Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
y astuta y jamás deja de aprovechar los descuidos de su celadora. Una vez logró esconder el<br />
cuchillo con que agredió a su hermano y por dos veces consiguió coger la llave de su celda.<br />
La primera quemó mi cama, la segunda entró como un fantasma en tu alcoba. Doy gracias a<br />
la Providencia, que hizo que la demente descargase su furia en tu velo de boda, porque Dios<br />
sabe lo que pudo haber ocurrido. Cuando pienso en cómo saltó sobre mí esta mañana y me<br />
acuerdo de que estuvo en tu habitación, se me hiela la sangre.<br />
-¿Y qué hizo usted una vez que la hubo dejado aquí? -Me convertí en una especie de<br />
judío errante. Recorrí todo el continente. Mi propósito era encontrar una mujer inteligente y<br />
buena a la que pudiese amar, algo muy distinto de la furia de Thornfield.<br />
-Pero no podía casarse con ella.<br />
-Estaba convencido de que podía y debía. Mi intención primitiva no era ocultar la<br />
situación, como te la he ocultado a ti. Me proponía contar francamente mi historia, pues me<br />
parecía palmario que tenía derecho a amar y a ser amado. Estaba seguro de que no dejaría<br />
de encontrar una mujer capaz de comprender mi situación y aceptarla, a pesar de la carga<br />
que pesaba sobre mí.<br />
-¿Y entonces?<br />
-Cuando te pones inquisitiva, <strong>Jane</strong>, me haces sonreír. Abres los ojos como un pájaro<br />
anhelante y realizas de vez en cuando algún pequeño movimiento, como si no te satisficiera<br />
lo que oyes. Antes de continuar, dime lo que quieres indicar con tus: «¿Y entonces?» Es<br />
una muletilla muy frecuente en ti.<br />
-Quiero decir: «¿Qué más?» «¿Qué ocurrió después?»<br />
-Ya. ¿Y qué quieres saber?<br />
-Si encontró una mujer que le gustase, si le propuso casarse y si aceptó.<br />
-Durante diez años erré de una capital a otra. Estuve en San Petersburgo, más<br />
frecuentemente en París, alguna vez en Roma, Nápoles y Florencia. Poseía dinero,<br />
ostentaba un nombre distinguido y ningún círculo se me cerraba. Busqué mi ideal femenino<br />
entre las damas inglesas, las condesas francesas, las signoras italianas y las alemanas<br />
gräfinen. Nunca hallé lo que buscaba. Alguna vez creía encontrarlo a través de una mirada,<br />
de un ademán, de un acento apasionado, pero pronto caía en la decepción. No imagines que<br />
buscaba un ideal perfecto de cuerpo y de alma. No buscaba sino una mujer que fuese la<br />
antípoda de Bertha Mason. Entre cuantas conocí no hallé ninguna que me decidiera a<br />
pedirla en matrimonio. Desilusionado, me entregué a la disipación, aunque no al libertinaje,<br />
porque esto lo odiaba y lo odio. ¡Y además era el tributo característico de mi Mesalina<br />
antillana! Bastaba que fuese así para que lo aborreciese.<br />
»No pudiendo vivir solo, me busqué amantes. La primera fue Céline Varens. Ya<br />
sabes lo que sucedió con ella. La siguieron otras dos: Giacinta, que era italiana, y Clara,<br />
alemana, ambas consideradas como beldades. ¿De qué me sirvió su belleza? Giacinta era<br />
ineducada y violenta y me hartó a los tres meses. Clara era honrada y tranquila, pero de<br />
corta inteligencia y escasa sensibilidad. No congeniábamos. Así que preferí darle una<br />
cantidad que le permitiera vivir honorablemente y me libré de ella. Veo por tu cara, <strong>Jane</strong>,<br />
que no formas buena opinión de mí. Me consideras un hombre sin principios ni<br />
sentimientos, ¿no?<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
198