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Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

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»Bien pensado. Lo que se lee en su frente es digno de todo respeto. En cuanto a mí,<br />

he formado mis planes y los desarrollaré según los dictados de la conciencia y los consejos<br />

de la razón. Sé lo pronto que pasa la juventud y desaparece la lozanía cuando la vergüenza<br />

o el remordimiento los amargan. Deseo consolar y no brillar, conseguir la gratitud de los<br />

demás y no crear lágrimas de sangre. No deseo poner hiel en las cosas, sino infundirlas<br />

dulzura, sonrisas, encanto... Y lo haré. Me parece vivir un sueño inefable. Quisiera<br />

prolongar este momento ad infinitum, pero no es posible. Y ahora, Miss <strong>Eyre</strong>, levántese y<br />

váyase. El juego ha terminado.<br />

¿Dónde me encontraba? ¿Soñaba o estaba despierta? La voz de la vieja había<br />

cambiado y sus ademanes y su voz me eran tan familiares como mi propia imagen en un<br />

espejo, como el sonido de mi propia voz. Me incorporé, pero no me fui. La miré. Ella se<br />

quitaba el gorro y el pañuelo y me ordenaba de nuevo que marchase. La llama iluminaba su<br />

mano y reconocí aquella mano, y hasta vi en su dedo meñique el anillo y la piedra preciosa<br />

que viera un centenar de veces. Volví a mirar aquel rostro, que ya no se esquivaba. Al<br />

contrario, libre ya de sombrero y pañuelo, se inclinaba hacia el mío.<br />

-¿Me conoce ahora, <strong>Jane</strong>? -preguntó la voz familiar.<br />

-Si se quita el vestido encarnado, señor...<br />

-Está muy fuerte el cordón. Ayúdeme a soltarlo. -Rómpalo.<br />

-¡Ea, ya está! -Y Mr. Rochester se libró de su disfraz.<br />

-¡Qué idea tan original ha tenido usted, señor! -Y creo que la he realizado<br />

felizmente, ¿no? -Con las señoras me parece que sí.<br />

-¿Y con usted?<br />

-No procedió conmigo como una gitana. -Pues ¿cómo procedí?<br />

-Usted ha hablado cosas absurdas para hacerme hablar a mí del mismo modo. Eso<br />

no está bien, señor. -¿Me perdona, <strong>Jane</strong>?<br />

-Primero tengo que pensarlo. Si pensándolo deduzco que no he cometido grandes<br />

absurdos, le perdonaré. Pero no está bien, señor, lo repito.<br />

-¡Bah! Usted ha procedido muy correctamente, con mucha cautela, con mucha<br />

sensatez.<br />

Reflexioné en efecto. Desde el principio había permanecido en guardia,<br />

sospechando alguna broma en todo aquello. Sabía que las gitanas y las adivinas no se<br />

expresan en los términos que lo hiciera la supuesta vieja. Había notado, además, la voz<br />

fingida, el afán de ocultar las facciones. Y pensé en Grace Poole, aquel enigma viviente,<br />

aquel misterio de misterios, según yo la consideraba. Mas no se me había ocurrido pensar<br />

en Mr. Rochester.<br />

-Bien -dijo él-. ¿Qué opina usted? ¿Qué significa esa sonrisa?<br />

-Asombro y satisfacción de mí misma, señor. ¿Puedo retirarme?<br />

-No: quédese un momento y dígame lo que estaban haciendo en el salón los<br />

invitados.<br />

-Hablando de la gitana.<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

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