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Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

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Mi irritación crecía. Afortunadamente, Adèle apareció en aquel momento.<br />

-¡Lléveme a Millcote! -exclamó-. En el coche hay bastante sitio. Pida a Mr.<br />

Rochester que me lleve. Él dice que no...<br />

-Se lo diré, Adèle -repuse-. Y la saqué de la habitación, sintiéndome satisfecha<br />

de separarme de la anciana. El coche estaba listo y Rochester paseaba ante la fachada<br />

de la casa, seguido de Piloto.<br />

-¿No quiere que nos acompañe Adèle? -pregunté. -Ya le he dicho a ella que no.<br />

No quiero llevar chiquillos.<br />

-Llevémosla, Mr. Rochester. Es mejor... -No: que se quede.<br />

Su acento y su mirada eran tan autoritarios que, sin poderlo evitar, los consejos<br />

de Mrs. Fairfax acudieron a mi cerebro y la dudas que ella experimentaba se me<br />

comunicaron, empañando mis esperanzas con una sombra de incertidumbre. Le<br />

obedecí maquinalmente sin replicar. Al ayudarme a subir al coche me miró.<br />

-¿Qué pasa? -preguntó-. Toda tu alegría se ha desvanecido. ¿Quieres realmente<br />

llevar a la pequeña? -Lo preferiría.<br />

-Entonces corre a buscar tu sombrero y vuelve como un relámpago -ordenó a<br />

Adèle.<br />

Ella obedeció tan deprisa como pudo.<br />

-Después de todo -dijo él-, no es mucho sufrir una interrupción de una mañana<br />

cuando de aquí a poco voy a poder reclamarte íntegramente tus pensamientos, tu<br />

compañía y tu conversación para toda la vida.<br />

Adèle, al subir al coche, comenzó a besarme en muestra de gratitud, pero él la<br />

hizo inmediatamente sentarse en un ángulo del asiento, en el lado opuesto al mío.<br />

Adèle me miraba a hurtadillas, ya que su vecino de asiento se mostraba tan poco<br />

agradable para ella que no se atrevía a decirle ni preguntarle nada.<br />

-Déjela venir a mi lado -dije-. Ahí quizá le moleste y aquí sobra sitio.<br />

La cogió como si hubiera sido un perrito faldero y la cambió de lugar mientras<br />

decía, aunque ahora sonriendo:<br />

-Acabaré mandándola al colegio.<br />

Adèle que le oyó, se apresuró a preguntar si iba a ir al colegio sans<br />

mademoiselle.<br />

-Sí -contestó él-, sans mademoiselle. Me la voy a llevar a la Luna. La meteré en<br />

una cueva, en uno de los blancos valles que se extienden entre las cumbres de los<br />

volcanes, y allí vivirá conmigo, sólo conmigo.<br />

-Pero no tendrá nada que comer y se morirá -observó Adèle.<br />

-Yo recogeré maná para ella dos veces al día. Las llanuras y montes de la Luna<br />

están llenos de maná. -Tendrá que calentarse. ¿Cómo encenderá fuego? -Las montañas<br />

de la Luna arrojan fuego por los cráteres de sus volcanes. Cuando <strong>Jane</strong> tenga frío la<br />

colocaré en uno de ellos.<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

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