Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
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-Oh, qu'elle y será mal... peu confortable! Y cuando se le estropee la ropa,<br />
¿dónde comprará otra nueva? Rochester estaba empeñado en maravillarla.<br />
-Para eso están las nubes, mujer. ¿No crees que de una nube blanca o rosada se<br />
puede cortar un buen vestido? Y con el arco iris puede muy bien hacerse un lindo chal.<br />
-Mademoiselle está mejor como ahora -dijo Adèle, agregando-: Además se<br />
aburriría de vivir sola con usted en la Luna. Si yo fuera ella, no consentiría en irme allí<br />
con usted.<br />
-Pues ella me ha dado su palabra de acompañarme. -No sé cómo va a llevarla. A<br />
la Luna no hay caminos, no siendo el aire, y ni usted ni ella saben volar. -Mira ese<br />
prado, Adèle. ¿Lo ves? Pues en él, hace dos semanas, estaba yo sentado en un portillo,<br />
con un lápiz y un libro, cuando de pronto, noté que una figura llegaba por el sendero y<br />
se detenía a dos pasos de mí. Miré y vi una cosa pequeñita, con un velo de telarañas en<br />
la cabeza. Se acercó y se sentó en mis rodillas. No nos dijimos nada, pero yo leía en sus<br />
ojos y ella en los míos y nuestras miradas mantuvieron un coloquio. Me dijo que era un<br />
hada que venía del país de la Fantasía a fin de hacerme dichoso, asegurándome que para<br />
ello era necesario abandonar la Tierra y buscar un sitio solitario, como por ejemplo, la<br />
Luna. Me indicó que en ella había un valle de plata y una cueva de alabastro donde yo<br />
podría estar muy contento. Le dije que me gustaría ir, pero que no tenía alas para volar.<br />
«Eso no ofrece dificultad -contestó el hada- Toma este anillo de oro. Es un talismán.<br />
Ponlo en el anular de mi mano izquierda y tú te convertirás en mío y yo en tuya.<br />
Entonces podremos abandonar la Tierra y volar al cielo.» Llevo el anillo en el bolsillo,<br />
Adèle. Ahora tiene la forma de una moneda, pero pienso convertirlo muy pronto en<br />
anillo.<br />
-¿Qué tiene que ver Mademoiselle con todo eso? Usted ha dicho que iba a llevar<br />
a Mademoiselle a la Luna...<br />
-Mademoiselle es un hada -cuchicheó al oído de la niña.<br />
Yo la dije que no le creyese. Ella, con su escepticismo francés, no le creyó, en<br />
efecto. Trató a Rochester de un vrai menteur y le aseguró que ella no creía en sus conies<br />
de fées, que du reste, il n'y avrait pas de fées, et quand méme il y en avait, no se<br />
aparecerían a él ni le darían anillos ni se ofrecerían a vivir con él en la Luna.<br />
La hora que pasamos en Millcote fue muy embarazosa para mí. Rochester me<br />
obligó a entrar en un almacén donde me ordenó que eligiera media docena de vestidos.<br />
Yo aborrecía el ir de compras y le rogué que lo aplazase, pero no lo conseguí. Logré,<br />
mediante enérgicos cuchicheos, que la media docena se redujese a dos, pero puso la<br />
condición de elegirlos él mismo. Sus miradas se detuvieron sobre una rica seda color<br />
amatista y un soberbio raso color de rosa. A través de una nueva serie de cuchicheos le<br />
dije que lo mismo podía haber elegido un vestido de oro y una corona de plata y, con<br />
grandes dificultades, porque se empeñaba en ser duro como el granito, logré<br />
convencerle de que optase por un satén negro y una seda color gris perla más modestos.<br />
Convino, al fin, en ello, advirtiéndome que sólo cedía por aquella vez, pero que en lo<br />
sucesivo quería verme vestida con más colores que un pénsil florido.<br />
Salí con la satisfacción del almacén, si bien para entrar en la joyería. Cuantas<br />
más cosas compraba, más me ruborizaba yo, sintiéndome humillada y a disgusto. Volví<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
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