12.05.2013 Views

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

-Desde luego, le juzgo peor de lo que antes solía juzgarle. ¿No le parece indigno<br />

vivir así, unas veces con una amante y otras con otra? Usted habla de ello como de una cosa<br />

sin importancia.<br />

-No me agradaba aquella vida. Tener una amante es lo más parecido a tener una<br />

esclava: ambas, por naturaleza, son seres inferiores, y vivir íntimamente con inferiores es<br />

degradante. Ahora recuerdo con disgusto el tiempo que pasé con Céline, Giacinta y Clara.<br />

Comprendí que las palabras de Rochester eran sinceras, pero con todo, no podía<br />

sustraerme a la sensación de que, deseando él en cierto sentido hacerme sucesora de<br />

aquellas muchachas, podía llegar a experimentar por mí el mismo sentimiento de disgusto<br />

que ahora manifestaba hacia ellas. Guardé esto en mi corazón, porque podía serme útil en el<br />

momento crítico.<br />

-¿Cómo no dices ahora «¿Y entonces?», <strong>Jane</strong>? Veo que me repruebas. Pero vamos<br />

al final. En enero pasado, libre de mi última amante, con el corazón amargado y endurecido<br />

como consecuencia de una vida estéril y solitaria, muy mal dispuesto contra todos los<br />

hombres, y comenzando a considerar la posibilidad de hallar una mujer inteligente, fiel y<br />

cariñosa como una fantasía, volvía a Inglaterra, adonde me llamaban mis asuntos. »En una<br />

helada tarde de invierno avisté Thornfield Hall, el aborrecido lugar en que no esperaba hallar<br />

satisfacción ni placer algunos. En el camino de Hay vi una figurilla sentada. No presentí que<br />

iba a convertirse en árbitro de mi vida, para bien o para mal. No, no lo sabía cuando, al caer<br />

Mesrour, ella, gravemente, me ofreció su ayuda. ¡Qué infantilidad! Me pareció como si un<br />

jilguero hubiese aparecido a mis pies ofreciéndome llevarme en sus débiles alas. Sin<br />

embargo, aquella criatura insistió en su ofrecimiento, hablando con una especie de autoridad.<br />

Sin duda estaba escrito que yo recibiese ayuda de aquella mano, y la recibí.<br />

»Cuando me hube apoyado en su frágil hombro sentí una insólita impresión de alivio.<br />

Me agradó saber que aquel duendecillo no iba a desvanecerse bajo mi mano, sino que iría a<br />

mi propia casa. Te sentí volver aquella noche, aunque tú ignorases que pensaba en ti y<br />

espiaba tu regreso. Al día siguiente te estuve observando durante media hora mientras<br />

jugabas con Adèle en la galería. Recuerdo que hacía mal tiempo y no podíais salir al aire<br />

libre. Yo estaba en mi habitación con la puerta entornada, y te veía y oía. Noté, pequeña <strong>Jane</strong>,<br />

lo paciente y bondadosa que eras con Adèle. Cuando la niña se fue, quedaste en la galería y te<br />

vi contemplar por las ventanas la nieve que caía y escuchar el fragor del viento. Tenías una<br />

expresión soñadora, tus ojos brillaban y de todo tu aspecto trascendía una dulce excitación.<br />

Todo en ti revelaba que sentías cantar en tu interior las músicas de la juventud y de la<br />

esperanza... La voz de Mrs. Fairfax llamando a un criado te arrancó de tu meditación y ¡de<br />

qué modo sonreíste! Tu sonrisa parecía decir: "Mis sueños son muy bellos, pero es necesario<br />

que recuerde que no son reales. En mi alma hay un cielo corrido y un florido Edén, pero sé<br />

bien que en la realidad debo pisar un duro suelo y soportar el embate de las tempestades que<br />

me asaltan." Bajaste las escaleras y pediste a Mrs. Fairfax que te diera algo que hacer: las<br />

cuentas de la casa, o cosa parecida. Me disgusté que desaparecieras de ante mi vista.<br />

»Esperé con impaciencia que llegara la noche para mandar que fueras a mi presencia.<br />

Me parecía que tu carácter era distinto al corriente y para comprobarlo deseaba conocerlo<br />

mejor. Entraste en el salón con un aire a la vez modesto y seguro. Ibas humildemente vestida,<br />

como ahora... Encontré tu conversación original y llena de contrastes. Tus modales eran algo<br />

cohibidos, parecías desconfiada, mostrabas un temperamento exquisito por naturaleza, pero<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

199

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!