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Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

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-Además -agregó-, poseo una especie de ruda blandura de corazón. Cuando yo tenía<br />

la edad de usted, era un muchacho bastante sentimental y me emocionaba fácilmente ante<br />

los infortunados y los desvalidos. Pero después la fortuna me ha baquetado de tal modo,<br />

que me he hecho duro y resistente como una pelota de goma maciza. No obstante, soy<br />

vulnerable por una o dos hendiduras, tengo algún punto flaco... ¿Me concede eso alguna<br />

esperanza?<br />

-¿De qué, señor?<br />

-De volver a transformarme, de pelota de goma maciza que soy, en un ser de carne y<br />

hueso. «Decididamente, ha bebido mucho», pensé.<br />

Y no supe qué contestar. ¿Qué podía decirle sobre sus posibilidades de<br />

transformación?<br />

-Me mira usted con asombro, señorita, y como usted no tiene mucho más de bonita<br />

que yo de guapo, el asombro no la favorece en nada, se lo aseguro. Le conviene<br />

escucharme, porque así separará sus ojos de mi cara y se dedicará a estudiar las flores de la<br />

alfombra. Jovencita: esta noche me siento comunicativo y sociable.<br />

Y tras ese preámbulo se levantó y apoyó el brazo en la chimenea. En tal actitud, se<br />

le veía el cuerpo tan bien como la cara. Su pecho tenía un perímetro casi desproporcionado<br />

a la longitud de sus brazos y piernas. Estoy segura de que la gente le hubiera juzgado un<br />

hombre muy desagradable; pero, sin embargo, había tan espontánea altivez en su porte,<br />

tanta naturalidad en sus modales, tan sincera indiferencia hacia la fealdad de su exterior, tan<br />

firme creencia en la importancia de otras facultades suyas -intrínsecas o no, pero al margen<br />

del mero atractivo personal-, que, al mirarle, la indiferencia desaparecía y se sentía uno<br />

inclinado a confiar en él.<br />

-Repito que esta noche me siento comunicativo y sociable -siguió-, y por eso he<br />

enviado a buscarla, ya que el fuego y los candelabros no me parecieron suficiente<br />

compañía; ni tampoco Piloto, ya que, como todos sus congéneres, no habla. Adèle está en<br />

un plano más elevado, pero no me basta, y Mrs. Fairfax, ídem. En cambio, estoy persuadido<br />

de que usted se pondrá a mi altura, si se lo propone. Me dejó usted confundido la primera<br />

noche que la invité, luego la olvidé casi del todo. Tenía otras ideas en la cabeza. Esta noche<br />

he resuelto estar a mis anchas, despidiendo a los importunos y llamando a los que me<br />

complacen. Me agradará saber más cosas de usted. Hable.<br />

En vez de hablar, sonreí, y creo que no de un modo muy complaciente ni sumiso.<br />

-Hable -insistió. -¿De qué?<br />

-De lo que quiera. Dejo a su elección el tema y la forma de desarrollarlo,<br />

siempre que se refiera a usted misma. ¡Vamos!<br />

Yo no dije nada.<br />

-¿Está usted muda, señorita?<br />

Continué callada. Él inclinó la cabeza hacia mí y me miró de un modo singular.<br />

-¿Conque se ha enojado usted? -dijo-. Comprendo. Me he dirigido a usted en una<br />

forma absurda y casi insolente. Perdone. Conste, de una vez para siempre, que no quiero<br />

tratarla como a un inferior..., es decir -corrigió en seguida-, únicamente con la<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

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