12.05.2013 Views

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Me pareció que juraba de nuevo, aunque no puedo asegurarlo. De todos modos, es<br />

indudable que profería para sí algunas palabras que le impedían contestarme. -¿Puedo<br />

ayudarle en algo? -continué. -Quitándose de en medio - contestó.<br />

Lo hice así y él comenzó a tratar de incorporarse, primero sobre sus rodillas y<br />

luego sobre sus pies. Fue una tarea larga y trabajosa, acompañada de tales ladridos del<br />

can, que me hicieron apartarme a unas varas más de distancia, aunque no me fui hasta<br />

asistir al desenlace del suceso. Todo concluyó bien, el caballo se incorporó y un<br />

enérgico: «¡Calla, Piloto!» hizo enmudecer al perro. El viajero entonces se palpó pies<br />

y piernas, como para cerciorarse de si se habían roto algo o no, y alguna novedad<br />

debió de encontrar, porque se acercó a la valla junto a la que yo estuviera sentada y se<br />

sentó, a su vez.<br />

Pensando que podría serle útil, me aproximé:<br />

-Si se ha lastimado y necesita ayuda, puedo ir a buscar a alguien a Hay o a<br />

Thornfield Hall.<br />

-Gracias. Yo mismo iré. No hay nada roto: es una simple dislocación.<br />

Y se puso en pie de nuevo, pero no pudo reprimir un involuntario «¡ay!».<br />

A la última claridad del día y a la primera de la Luna, pude examinar a aquel<br />

hombre. Bajo el gabán que vestía podía apreciarse la vigorosa complexión de su<br />

cuerpo. Tenía el rostro moreno, los rasgos acusados y las cejas espesas. Debía de<br />

contar unos treinta y cinco años. De haberse tratado de un joven arrogante, no hubiera<br />

sido yo quien le preguntara contra su deseo ni quien le hubiese ofrecido servicios que<br />

no me pedía. Yo había visto raras veces jóvenes guapos, y nunca había hablado a<br />

ninguno. Experimentaba una admiración teórica por la belleza, la fascinación y la<br />

elegancia, pero reconocía las escasas probabilidades de que un hombre que reuniese<br />

tales dotes me mirase con agrado sin ulterior mal pensamiento. Así, pues, si aquel<br />

viajero me hubiera contestado amablemente, si hubiese recibido con agradecimiento o<br />

declinado con amabilidad la oferta de mis servicios, seguramente yo me habría<br />

apresurado a alejarme. Pero su aspereza me hacía sentirme segura, y por ello, en vez<br />

de marcharme, insistí:<br />

-No le dejaré solo, señor, en esa forma y en este camino solitario, hasta que no<br />

le vea montado.<br />

Me miró.<br />

-Creo que lo que debía usted hacer –repuso es estar ya en su casa, si la tiene.<br />

¿De dónde viene usted?<br />

-De allá arriba. No me da miedo caminar a la luz de la luna. Si lo desea, iré a<br />

Hay a buscar ayuda para usted; precisamente iba allí a echar una carta.<br />

-Entonces, ¿vive en esa casa? -dijo, señalando a Thornfield Hall, cuya masa<br />

oscura, iluminada por la Luna, se destacaba entre los árboles.<br />

-Sí, señor.<br />

-¿De quién es esa casa? -De Mr. Rochester. -¿No le ha visto usted nunca? -No.<br />

-¿Ni sabe dónde está? Usted no es, desde luego, una criada... -dijo.<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

74

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!