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Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

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-Escucha. Te he venido observando desde que nos conocimos, hace diez meses. Te<br />

he sometido a varias pruebas sin que lo notases. En la escuela de la aldea he observado que<br />

cumplías bien, puntual y eficazmente una tarea que no estaba en tus costumbres ni<br />

inclinaciones. La serenidad con que recibiste la noticia de que eras rica me hizo ver que no<br />

te tienta el afán de lucro. En la resuelta facilidad con que espontáneamente dividiste tus<br />

bienes en cuatro partes reconocí un alma que arde en la llama de la abnegación y el<br />

sacrificio. En la docilidad con que, al pedírtelo, abandonaste un estudio que te interesaba<br />

por otro que me interesaba a mí, en la asiduidad con que lo has seguido, en la energía que<br />

has puesto en vencer sus dificultades, he reconocido el complemento de tus méritos, <strong>Jane</strong>.<br />

Eres dócil, activa, desinteresada, leal, valerosa, constante, amable y heroica. Sí: puedo<br />

decírtelo sin reservas. Serías una insuperable directora de escuelas indias y la ayuda que me<br />

prestarías cerca de las mujeres de aquel país sería inapreciable.<br />

El círculo de hierro se estrechaba en torno mío. La persuasión avanzaba, lenta pero<br />

segura. Las últimas palabras de John comenzaban a hacerme ver como relativamente fácil<br />

el camino que antes me pareciera infranqueable. Mi tarea, antes difusa y problemática, se<br />

me figuraba más sencilla al adquirir una forma definida. Él esperaba una contestación. Le<br />

pedí que me dejara pensarlo quince minutos antes de arriesgar una respuesta.<br />

-Muy bien-dijo. Y, levantándose, se alejó a alguna distancia y se tendió sobre la<br />

hierba.<br />

«Soy capaz de hacer lo que él desea, lo reconozco -pensé-. Creo que mi vida, en el<br />

clima de la India, no sería larga. ¿Y entonces? Eso no le preocupaba a él. Cuando llegara mi<br />

hora, me exhortaría a aceptar, con calma y santidad, la voluntad de Dios. Eso es indudable.<br />

Yéndome de Inglaterra abandonaría un país que amo, pero vacío para mí, ya que<br />

Rochester no está en él, y aunque estuviera, nada variaría en mi vida. He de vivir sin<br />

Edward. Nada tan absurdo como esperar de día a día un imposible cambio de la situación<br />

que me permita reunirme con mi amado. Como John dice, debo buscarme otro interés y<br />

otra ocupación en la vida, y ¿hay alguna más digna que la que él me ofrece? ¿No es por sus<br />

nobles propósitos y sus sublimes consecuencias la más apropiada para llenar el vacío que<br />

dejan los afectos fracasados y las esperanzas rotas? Creo que debía decirle que sí y, sin<br />

embargo, temo... Al unirme a John, renuncio a la mitad de mí misma, a mi voluntad propia,<br />

y al ir a la India me condeno a una muerte prematura. Y ¿cómo se llenará el intervalo entre<br />

Inglaterra y la India y la tumba? ¡Me consta muy bien! La perspectiva es clara. Me<br />

constreñiré a complacer a John hasta que me duelan los huesos y los nervios me estallen, le<br />

complaceré hasta el máximo de sus esperanzas. Si me voy con él haré el sacrificio que<br />

desea, lo haré absolutamente, me ofreceré entera en aras de ese sacrificio. Él no me amará<br />

nunca, pero me aprobará. Yo le mostraré energías que no conoce, recursos que no sospecha.<br />

Sí: me cabe trabajar tanto como él lo haga.<br />

»Puedo, pues, acceder a lo que me pide, pero debo hacerme a mí propia una<br />

advertencia, y es que en él no he de esperar encontrar un corazón de esposo más que<br />

pudiera encontrarlo en esta roca que me apoyo. Me aprecia como un soldado aprecia una<br />

buena espada, y nada más. No siendo esposa suya, esto me es igual. Pero ¿he de auxiliarle a<br />

realizar sus planes y a poner sus cálculos en práctica mediante el matrimonio? ¿He de<br />

ostentar el anillo de casada, soportar todas las formas del amor, que -estoy segura- él<br />

observará escrupulosamente, y saber que el alma está ausente en todo eso? ¿Podría aceptar<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

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