Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
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-Mr. Oliver paga los gastos de dos. -¿Sí?<br />
-Se propone hacer un regalo a la escuela por Navidad.<br />
-Lo sé.<br />
-¿Se lo aconsejó usted? -No.<br />
-¿Entonces, quién? -Supongo que su hija. -Probablemente: es muy buena.<br />
-Sí.<br />
Se produjo otra pausa. Él, al fin, se volvió hacia mí. -Deje su libro un momento y<br />
acérquese más al fuego -dijo. Le obedecí, asombrada.<br />
-Hace media hora -explicó- que pienso en la continuación de la historia de ayer y<br />
he llegado a concluir que es mejor que yo la cuente y usted la escuche. Antes de empezar,<br />
debo advertirla que la historia le va a sonar a cosa conocida, pero con todo, siempre<br />
adquieren alguna novedad los detalles cuando son pronunciados por otra boca. Por lo<br />
demás, el relato es breve.<br />
»Hace veinte años, un pobre sacerdote-su nombre no hace al caso por el momento-<br />
se enamoró de la hija de un hombre adinerado. Ella le correspondió y se casó con él,<br />
contra la voluntad de su familia, que rompió sus relaciones con los recién casados. Antes<br />
de dos años, los dos habían muerto y reposan en paz bajo la misma lápida. Yo he visto su<br />
tumba, en el inmenso cementerio adosado a la sombría y antigua catedral de una ciudad<br />
industrial, en el condado de... Dejaron una hija, a quien, a poco de nacer, la caridad<br />
acogió en su regazo frío, como el hoyo lleno de nieve en el que he caído esta noche. La<br />
persona que la recogió era una tía suya: Mrs. Reed, de Gateshead. A propósito: ¿no oye<br />
usted un ruido? Debe ser un ratón, seguramente en el edificio de la escuela. Antes de<br />
alquilarlo para escuela era un granero, y en los graneros suelen abundar los ratones... Pero<br />
continuemos: Mrs. Reed tuvo a la huérfana en su casa diez años, y si la niña fue feliz o no<br />
es cosa que, no habiéndome sido dicha, no puedo concretar. Al fin, dicha señora la envió<br />
a un colegio, que no era otro que Lowood, donde usted ha vivido. Su carrera fue lucida,<br />
ya que pasó de alumna a profesora..., y por cierto que noto semejanza entre su historia y<br />
la de usted... Como usted, se empleó después de institutriz, encargándose de la educación<br />
de una niña, protegida de un tal Mr. Rochester...<br />
-¡Mr. Rivers! -interrumpí.<br />
-Adivino sus sentimientos -repuso-, pero le ruego que me oiga hasta el fin. Nada<br />
sé del carácter de ese Mr. Rochester; sólo me consta que propuso a la joven unirse con<br />
él en matrimonio legal, aunque vivía su mujer, que estaba demente. Cuáles fueran sus<br />
ulteriores propósitos, es asunto que se presta a discusión. Lo único evidente es que,<br />
habiéndose precisado tener noticias de la muchacha, resultó que ésta había desaparecido<br />
sin saberse cómo. Abandonó Thornfield Hall una noche y todas las pesquisas hechas en<br />
la comarca para encontrarla han resultado inútiles. Sin embargo, urge que aparezca, y al<br />
efecto se han publicado anuncios en todos los periódicos. Yo mismo he recibido una<br />
carta de un procurador llamado Briggs comunicándome los detalles que acabo de<br />
participarle. ¿No le parece una historia interesante?<br />
-Puesto que conoce tales detalles -contesté-, podrá decirme uno más. ¿Qué es de<br />
Mr. Rochester? ¿Qué hace? ¿Está bien?<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
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