Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
-No.<br />
Lanzó una ojeada a mis vestidos, tan sencillos como siempre; un abrigo negro<br />
y un sombrero negro, no muy elegantes. Pareció quedar perplejo. Yo le ayudé a<br />
comprender:<br />
-Soy la institutriz.<br />
-¡La institutriz! ¡El diablo me lleve si no me había olvidado de ...! ¡La<br />
institutriz!<br />
Volvió a examinarme con la mirada. Luego comenzó a andar, dando evidentes<br />
muestras de que sentía fuertes dolores.<br />
-Si es usted tan amable -dijo-, puede auxiliarme. ¿No lleva usted paraguas? Me<br />
serviría como bastón. -No.<br />
-Bien: coja las bridas del caballo y hágale acercarse. No tenga miedo.<br />
De haber estado sola, no me hubiera, en efecto, atrevido, pero no obstante le<br />
obedecí. Dejé mi manguito en la valla y me aproximé al caballo. Mas éste se empeñaba en<br />
no dejarme coger las bridas. En vano traté de alcanzar su cabeza, haciendo repetidos<br />
esfuerzos y con mucho miedo de sufrir una coz. El viajero me miraba atentamente y al fin<br />
rompió a reír.<br />
-Veo -murmuró- que, puesto que la montaña no viene al profeta, es el profeta quien<br />
debe ir a la montaña. No tengo más remedio que rogarla que se aproxime. Me acerqué.<br />
-Perdóneme -continuó- si me veo obligado a utilizar sus servicios.<br />
Apoyó su pesada mano en mi hombro y en tal forma llegó hasta su caballo. Empuñó<br />
la brida y, con un esfuerzo, montó. Al realizarlo, hizo una mueca: debía dolerle mucho el<br />
pie dislocado.<br />
-Le ruego que me dé el látigo -dijo-. Lo he dejado en la cuneta.<br />
Lo busqué y lo encontré.<br />
-Gracias. Ahora vaya a Hay a depositar su carta y vuelva lo antes que pueda.<br />
Espoleó al caballo y partió. El perro se lanzó en pos suyo y los tres se<br />
desvanecieron:<br />
como un arbusto que arranca el huracán de la estepa...<br />
Cogí mi manguito y me puse en marcha. El incidente había pasado ya para mí.<br />
Aunque poco novelesco y nada importante, había significado, sin embargo, un cambio,<br />
aunque breve, en mi monótona vida. Mi ayuda había sido solicitada y útil y me alegraba de<br />
haberla podido prestar. Por trivial que aquel hecho pareciese, daba alguna actividad a mi<br />
pasiva existencia, era un cuadro más introducido en el museo de mi memoria, y un cuadro<br />
diferente a los habituales, porque su protagonista era varón, fuerte y moreno. Creía verle<br />
aún cuando deposité mi carta en Hay y mientras regresaba a casa rápidamente. En el punto<br />
donde estuviera sentada, me detuve un instante, como esperando oír otra vez el ruido de los<br />
cascos de un caballo y ver aparecer a un jinete y un perro de Terranova análogo al Gytrash<br />
de los cuentos de Bessie. Pero ante mí sólo se distinguía un sauce iluminado por la luna y<br />
no se oía más que el rumor del viento entre los árboles. Después dirigí mi mirada a<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
75