Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
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-Sí.<br />
-Esa niña me ha dado más disgustos que lo que nadie puede imaginar. ¡Cuántas<br />
complicaciones me produjo, cada día y cada hora, con su incomprensible carácter y con<br />
su brusquedad! ¡Y qué modo tenía de contemplarle a una! Una vez me habló como lo<br />
hubiera hecho un demonio. Ningún niño habría dicho lo que ella. Me alegré cuando<br />
salió de casa. ¡Y luego, cuando se declaró la epidemia en Lowood y murieron tantas<br />
discípulas, ella no murió, a pesar de lo mucho que yo deseaba que muriese! -¡Extraño<br />
deseo! ¿Por qué la odiaba así?<br />
-Su madre me era muy antipática. Era la única hermana de mi marido y él la<br />
quería mucho. Cuando se casó y murió al poco tiempo, mi esposo lloró como un tonto.<br />
Se empeñó en recoger a su hija, aunque yo le aconsejaba enviarla con una nodriza y<br />
pagar los gastos. Odié a aquella pequeña desde que la vi, tan enfermiza, tan llorona...<br />
No se durmió en su cuna como los demás niños, sino que pasó la noche lloriqueando.<br />
Reed se compadecía de ella y no hacía más que informarse de su salud, como si fuera<br />
hija suya, o más aún, porque de sus hijos, a esa edad, casi no se preocupaba. Se<br />
empeñaba en que mis niños tratasen bien a aquella mendiga y les reprendía si se<br />
negaban. Cuando enfermó mortalmente, no hacía más que llamar a la pequeña a su lado<br />
y me encargó antes de morir que la conservase bajo mi custodia. ¡Encargarme de una<br />
hospiciana! Reed era débil, muy débil. John no se parece a su padre, gracias a Dios: es<br />
como mis hermanas y como yo. ¡El vivo retrato de mi hermana Gibson! ¡Sólo quisiera<br />
que dejase de atormentarme pidiéndome dinero! Ya no tengo nada que darle; estamos<br />
casi arruinados. Voy a tener que despedir a la mitad de la servidumbre y cerrar parte de<br />
la casa. Dos tercios de las rentas se gastan en pagar los intereses de las hipotecas. John<br />
juega mucho y siempre pierde, el pobre... Vive rodeado de fulleros. Y tiene un aspecto<br />
horroroso. Me avergüenza verle como le veo...<br />
-Será mejor que salgamos -murmuré viendo tan excitada a mi tía.<br />
-Puede ser... Suele hablar así durante las noches. Por las mañanas está más<br />
tranquila -dijo Bessie, que estaba sentada al otro lado del lecho.<br />
Me levanté.<br />
-Esperad -exclamó la Reed-; tengo algo más que decir. John me amenaza<br />
siempre con matarse o matarme. Muchas veces sueño que le veo tendido, con una<br />
enorme herida en la garganta o con el rostro negro, como los ahogados... ¡Oh, qué<br />
situación la mía! ¿Qué haré? ¿De dónde sacaré dinero?<br />
Bessie comenzó a persuadirla de que tomase un sedante y lo logró sin gran<br />
trabajo. A poco, mi tía se tranquilizó y cayó en una especie de letargo. Entonces me fui.<br />
Pasaron más de diez días antes de que pudiese reanudar mi conversación con<br />
ella. Estaba continuamente o delirando o amodorrada, y el médico prohibió hacer nada<br />
que pudiese impresionarla. Entretanto me entendí lo mejor que pude con Georgiana y<br />
Eliza. Ellas continuaban tan frías como al principio. Eliza estaba sentada casi todo el<br />
día, cosiendo, escribiendo o leyendo, y no nos dirigía la palabra ni a su hermana ni a mí.<br />
Georgiana pasaba horas y horas diciendo tonterías a su canario y no me hacía caso<br />
alguno. Pero yo no perdía mi tiempo. Había traído mis útiles de trabajo y los utilizaba.<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
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