Herederos de la condición inmigrante: adolescentes y jóvenes en ...

situación transitoria de monoparentalidad (como sucedía en este caso, en que el padre estaba
solo en España).
Como vemos, el proceso de reagrupación es complejo, pues no se trata sólo de una
cuestión de ritmo, de hacerlo rápidamente, con los riesgos que acabamos de señalar, o más
despacio, con el riesgo de un deterioro de las relaciones familiares, como en los casos de
Lierni y Valentina. En él actúan todos los elementos que definen una configuración familiar:
las condiciones de vida, las relaciones entre padres e hijos, el género, la edad, el número de
hermanos, las relaciones con los demás parientes, etc. La gran diversidad de configuraciones
ante la que nos encontramos y el tamaño reducido de la muestra nos impiden distinguir pautas
claras sobre la relación entre configuración familiar y ritmo de reagrupación. Ni siquiera
encajaremos todas las piezas del rompecabezas poniendo a un lado a las familias
monoparentales y al otro a las biparentales. Si bien es cierto que la reagrupación suele darse
más rápidamente en las primeras que en las segundas, las líneas de esta clasificación se
desdibujan en cuanto contemplamos cómo entran en juego otros tres factores relativos a la
configuración:
* En primer lugar, la situación económica: cuanto más desahogada sea más esta,
posibilidades tiene la familia de asumir los costes que supone mantener en España a una
persona que no trabaje a jornada completa y pueda dedicarse al cuidado de los menores, o
bien de contratar para ello a otra persona (generalmente, otra inmigrante).
∗ En segundo lugar, la trayectoria familiar que siga en el país de destino la cabeza de familia
de una familia monoparental: si una migrante que dejó a sus hijos en origen se empareja
nuevamente en destino, probablemente la reagrupación se retrasará (casos de Valentina y
Elisa), porque esa mujer puede decidir posponer la reagrupación de su primera familia
hasta que la nueva que ha formado esté consolidada.
∗ Finalmente, en tercer lugar, el hecho de que en las familia biparentales en las que fue la
madre quien emigró primero (como en dos casos de la muestra) la reagrupación se
produjese rápidamente, siguiendo la pauta propia de las familias monoparentales, nos da
motivos para pensar que lo decisivo no es tanto la composición familiar (bi o
monoparental), sino el género de la reagrupante, que con un consorte o sin él debe
conciliar el trabajo productivo y el reproductivo. Para las madres que mientras están
trabajando en España tienen que seguir supervisando a distancia el cuidado de sus hijos,
proceder a la reagrupación en cuanto que la situación legal y económica lo permita es una
opción a tener en cuenta, sobre todo cuando no se mantiene una buena relación con la
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