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con otros niños, explicó Eavan. Demasiada histeria; tenían muchos años por delante para
organizar fiestas. Además, le explicó a Claire con desesperación, ya no se podía dar una fiesta
con tarta y limonada, ahora había que ofrecer entretenimientos. Un castillo hinchable por lo
menos, y mejor si iba acompañado de un mago o de una representación de marionetas.
Candida le dio la razón. Cuidaba a muchos niños en la zona y asistía por tanto a un montón
de fiestas infantiles. Por otra parte, los pequeños regalos que antes se hacía a los niños
asistentes también habían ido subiendo de valor, le recordó a Eavan. En la última fiesta a la
que la habían invitado, a cada niño le habían dado un reloj.
Glenn resopló indignado y farfulló algo entre dientes sobre que la gente tenía más dinero
que sentido común. Eavan le dio la razón en que era estúpido, pero había que hacerlo, y Glenn
volvió a resoplar. Después de eso se levantó de la mesa, les dijo que tenía un dolor de cabeza
horrible y que necesitaba echarse.
—A mí también me duele un poco la cabeza —dijo Candida—. Es el tiempo, estoy segura.
De hecho, me parece que me voy a ir, si te parece bien, Eavan.
—Claro. —Eavan le sonrió—. Nos vemos el viernes.
—Hasta pronto. Adiós, Saffy. —Candida abrazó a la pequeña y le dio un beso—. Adiós,
Claire, encantada de conocerte.
—¿Necesitas que te acerque a casa? —preguntó Glenn.
—No, gracias —dijo Candida—. Es un paseo de diez minutos y creo que me ayudará a
despejarme.
Saludó a todo el mundo con la mano y entró en la casa. Glenn la siguió.
Eavan se volvió hacia Claire.
—¿Y tú qué? ¿Quieres que entremos?
Claire negó con la cabeza.
—Ya sé que aquí fuera está gris y lúgubre, pero aun así prefiero estar al aire libre.
—No sé qué le pasa a Glenn. —Eavan rellenó sus copas con lo que quedaba del champán
mientras se volvían a sentar.
—¿Problemas en el trabajo? —sugirió Claire.
—Algo está pasando por allí —convino Eavan—. Viaja todo el tiempo, y sé que no es lo
suyo, así que tal vez sea eso.
—¿Has hablado con él? —preguntó Claire.
—No sé qué decirle. —Eavan se mordió el labio—. Sé que suena ridículo, pero no me
atrevo a preguntarle.
—Tal vez deberías.
—Seguramente.
Bebieron el champán. Claire se preguntó si debía contarle a Eavan que había visto a Glenn
sentado en la terraza de un bar. Aunque eso no era ningún crimen. Y no sabía si él estaba
bebiendo algo más fuerte que 7Up. No quería preocupar a Eavan sin necesidad. Además, ¿por
qué iba a volver a beber Glenn?
Se quedaron calladas. Saffy había entrado en la casa detrás de Glenn y estaba viendo su
vídeo de Buscando a Nemo.
—Mis padres se van a separar. —Claire no tenía intención de soltarlo así sin más, pero no