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—¿Y?<br />

—Pero... —Ella dudó—. Mira, ¿por qué no aparco el coche en algún sitio y voy andando<br />

contigo?<br />

—Porque quiero estar solo.<br />

—Glenn...<br />

—Quiero estar solo —repinó con firmeza.<br />

—Te quiero —dijo ella—. Y esto me está volviendo loca.<br />

Él se apoyó en el coche.<br />

—A mí también.<br />

Cerró la puerta del coche y caminó hacia la playa. Eavan miró cómo su figura se alejaba de<br />

ella. Después arrancó el motor y se fue.<br />

Georgia estaba pendiente de Steve Ó Sé. Todavía no había llegado y ella había empezado<br />

a preguntarse si lo haría. No les había dicho nada a las chicas porque quería sorprenderlas<br />

cuando él llegara; quería parecer distante y natural. Pero se estaba poniendo más y más<br />

nerviosa, tanto, que Robyn al final le preguntó qué demonios le pasaba.<br />

—Nada —dijo ella mirando hacia un grupo de personas que llegaban entonces y deseando<br />

que Steve apareciera de repente entre ellos. Pero se trataba de unas mujeres que imaginaba<br />

que serían de Locum Libris. Chillaron entusiasmadas cuando vieron a Claire y se abrieron paso<br />

hasta ella para abrazarla.<br />

Georgia las observó con detenimiento. Por algún motivo, siempre había creído que los que<br />

trabajaban con su madre serían gente parecida a ella. O por lo menos a aquello en lo que se<br />

había convertido. Tranquila y seria. Pero en cambio, sus compañeras de Locum Libris eran<br />

animadas y enérgicas, y con ellas, Claire también parecía ser así. Georgia miró asombrada<br />

cómo su madre chocaba los cinco con Trinny Armstromg. «Tal vez se trate de su papel<br />

materno cuando está conmigo —pensó Georgia—. Tal vez crea que tiene que mostrarse seria<br />

y tranquila ante mí.» Sabía que ella necesitaba que Claire fuera seria a veces. Tenía que<br />

confiar en que su madre siempre haría lo correcto. Pero también era agradable verla reír y ser<br />

poco consciente de sí misma.<br />

—No está nada mal, ¿verdad? —Robyn cogió una alita de pollo, ajena a los pensamientos<br />

de Georgia—. Aunque ojalá tu madre no hubiera puesto tanta comida. Después de esto, voy a<br />

tener que ponerme a dieta. —Se agarró un michelín de la cintura—. Desagradable, ¿eh?<br />

—No necesitas hacer dieta —dijo Georgia leal, a pesar de que sabía que Robyn había<br />

ganado muchísimo peso durante el verano, debido a la gran cantidad de comida que les ponían<br />

en el colegio. Ella misma habría engordado, pensó, de no ser porque, evidentemente, había<br />

heredado los genes de su padre. Él siempre había sido esbelto. Ella también lo era.<br />

—A ti te queda mucho mejor que a mí ese top —añadió Robyn—. Además, se te han<br />

puesto las tetas aún más grandes.<br />

—¿Tú crees? —Georgia se miró el pecho, ansiosa—. Esperaba que fuera cosa de mi<br />

imaginación.<br />

—No. —Robyn se limpió la barbilla de salsa barbacoa—. Te lo aseguro, Georgia Hudson,<br />

podrías hacerte millonaria como modelo de lencería.

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