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CAPÍTULO 12<br />

Tithonia (girasol mexicano): flores naranja, rojas o amarillas<br />

que pueden alcanzar hasta 1,50 metros. Crecen con fuerza a<br />

pleno sol.<br />

CUANDO CLAIRE LLEGÓ A CASA, colocó las flores en un par de jarrones de cristal.<br />

Después sacó un batido de plátano y mango de la nevera y se lo bebió cié inmediato. «Es<br />

como una patada en el culo —pensó al recordar otra vez su encuentro con Nate Taylor—. Esa<br />

es la cuestión. Te metes en todo el asunto de la citas para luego terminar tropezando con<br />

alguien como él.»<br />

Abrió una revista que también había comprado en el Spar.<br />

«Cómo conocer a hombres extraordinarios en lugares normales», decía el titular. Según el<br />

artículo se podía ligar con hombres ideales en talleres (pídele que abra el capó de tu coche);<br />

en paradas de autobús (pregúntale el número del autobús que se aproxima a la parada); en el<br />

supermercado (pregúntale si sabe dónde está la comida para perros). Claire resopló. «Qué<br />

tipo de mujer se supone que eres si no eres capaz de abrir el capó de tu coche o encontrar la<br />

comida para perros tú sola», se preguntó. Lo del tema del perro (según la revista) le hará<br />

darse cuenta de que eres una mujer cariñosa y no obsesiva, como las que tienen gatos. Claire<br />

pensó que el fallo del artículo era que si tenías un perro, lo normal era que supieras dónde<br />

estaba la comida para perros, y si no lo tenías, él se daría cuenta muy rápido. Sin embargo, le<br />

gustó lo de preguntar el número del autobús. Era bastante sensato. Aunque no estaba segura<br />

de que cómo demonios se suponía que ibas a terminar entablando una relación con un hombre<br />

diez segundos antes de que el 44A llegara a la parada. También estaba su propia experiencia<br />

de chocar contra hombres en floristerías. Si Nate fuera un hombre más agradable, tal vez<br />

romper una maceta y estropear una planta podía ser una forma genial de conocerle. Pero él<br />

era horrible (bueno, no era del todo feo una vez que te acostumbrabas al extraño color de<br />

ojos) y, detalle importante, estaba casado con la preciosa Sarah. Claire tuvo la sensación de<br />

que la norma que no especificaba el artículo sobre cómo conocer a hombres extraordinarios en<br />

lugares normales era que debían estar disponibles.<br />

En cualquier caso, antes de ponerse a conocer hombres, iba a llamar a Paul. Se dio cuenta<br />

de que iba postergándolo porque la asustaba que él dijera que no. No sabía cómo le sentaría<br />

un cuarto rechazo. Imaginó que aquello debía de ser lo de los nervios del quedar, pensó de<br />

repente. «Si yo fuera una mujer tratando de conseguir una cita, hubiese conocido a alguien y<br />

quisiera llamarle, ¿no me sentiría así, nerviosa y aprensiva?»<br />

Pero no sabía por qué estaba nerviosa y aprensiva en aquel caso. Paul era su amigo. Él<br />

había estado en su casa. Había conocido a Bill y conocía a Georgia. Y no se trataba más que<br />

de quedar para tomar una copa. «Además —pensó súbitamente—, será agradable volver a ver<br />

a Paul y saber qué tal le ha ido su año sabático en Australia.»<br />

Apretó el botón de llamada y esperó. Estaba a punto de colgar pensando que tal vez él<br />

había cambiado de número, cuando Paul contestó.<br />

—Soy Paul.<br />

—Ah, hola, Paul. —Estaba nerviosa otra vez.

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