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sensible, y las mujeres que me encuentra son siempre mucho más duras que yo.<br />
—¡Vaya sarta de estupideces! —Stella se echó a reír.<br />
Claire era consciente de los diferentes acentos de la gente de la mesa. Amy, decidió, era<br />
de Cork, con su cadencia suave y lánguida. Richard era del norte de Irlanda, le sonaba a<br />
Belfast, pero no estaba segura. Sin lugar a dudas, Tanya y Cormac eran dublineses, y Stella<br />
tenía el deformado acento de la zona 4 de Dublín, ése en el que la gente sustituía la o por la a.<br />
La mayoría lo hacían a los veinte-pocos o en la universidad, así que Claire se representó a<br />
Stella como una joven y hermosa rubia. Amy tenía voz de gordita y amistosa. Tanya, pensó,<br />
podría ser pelirroja, con pecas. Las imágenes de los hombres le resultaban igual de fáciles.<br />
Richard era delgado, llevaba gafas y parecía anémico. Cormac debía de ser grande y fornido.<br />
Gary, basándose en el apretón de manos, seguramente sería alto y fuerte. Y Ollie, que estaba<br />
a su otro lado... De repente, la amalgama de confusos pensamientos sobre Ollie explotaron<br />
con total claridad en su cabeza. Ollie. Oliver. ¡El exterminador de avispas con cuerpo de dios<br />
griego! Seguramente no, pensó. No en un lugar así. A su lado. A oscuras.<br />
Pero la voz sí lo parecía. Cálida y sensual como la recordaba.<br />
Y tampoco había tanta gente llamada Oliver en Dublín. ¿Sería el mismo hombre? ¿Qué<br />
posibilidades había? Y si era él, ¿la recordaría y le contaría a todo el mundo que era una<br />
impostora, porque de ninguna manera podía tener menos de treinta y cinco años? Él la había<br />
visto en casa, sin maquillaje que le tapara las arrugas. En la oscuridad, sintió que se ponía<br />
roja.<br />
—Bueno —dijo él—. Cuéntame algo de ti.<br />
Claire se dio cuenta de que no tenía por qué contarle la verdad. «Puedo ser quien quiera.»<br />
Sorprendida por su imaginación, le contó que era cazadora de modelos para una agencia y se<br />
inventó anécdotas relacionadas con haber seguido a jóvenes atractivos por las calles.<br />
—Nunca hubiera pensado que necesitaras venir a un sitio como éste —observó él—. Tu vida<br />
debe de estar repleta de hombres atractivos.<br />
—No busco atractivo —respondió ella—, busco a alguien interesante.<br />
—¿Ves?, es exactamente eso. —Su tono de voz se había relajado—. Conozco a un montón<br />
de mujeres que creen que la apariencia lo es todo. La suya o la mía.<br />
—¿Eres guapo? —De repente Claire no pudo contenerse. Se acercó a él y le tocó la cara<br />
con suavidad.<br />
«¿Será así ser ciego? —se preguntó mientras seguía con los dedos la parte inferior de sus<br />
mejillas, la suavidad de su boca y luego seguía hacia el otro lado de su rostro—. No necesito<br />
los ojos para verlo. Seguro que es Oliver Ramsey. Lo sé.»<br />
—Tienes un tacto increíble —susurró él.<br />
—¡Eh, eh! ¿Qué está pasando por ahí? —gritó Tanya.<br />
Claire apartó la mano de la cara de Ollie y fue a coger su copa de vino, pero la tiró y<br />
empapó el mantel.<br />
—Mierda —murmuró—. Disculpadme todos.<br />
En un segundo, un camarero llegó y comenzó a secar el desastre.<br />
—Lo siento —repitió ella.<br />
Se quedó sentada en silencio mientras retiraban los primeros y les ponían enfrente un<br />
sorbete para limpiar el paladar. Claire se dio cuenta de que el corazón le martilleaba. Tocar la