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CAPÍTULO 06
Torenia fournieri (torenia): flores abundantes de colores
variados. Necesita cuidados. Prefiere sol o sombra parcial.
CASI UNA SEMANA DESPUÉS, Georgia Hudson estaba sentada con las piernas cruzadas
en una de las dos camas individuales de la pequeña pero acogedora habitación de la casa de
Galway en la que Robyn y ella, además de otras cuatro chicas que también asistían al Irish
College, se hospedaban. Estaba jugando al Triple Pop en su móvil, haciendo girar las bolitas
de colores con una facilidad que habría dejado perpleja a Claire si hubiera estado allí para
verlo. En la otra cama, Robyn O’Malley estaba enviando mensajes a las amigas que todavía
estaban fuera.
—Lo mejor de enviar mensajes es que no hay que hacerlo en irlandés —le dijo a su amiga
en un susurro—. Aunque creo que estoy mejorando.
—En esta semana, yo he mejorado en cuanto a hablarlo. —Georgia no levantó la vista de su
juego—. Pero no puedo escribirlo ni de coña. Aunque tampoco es que se me dé bien la
ortografía en general. Mamá siempre me pega el rollo con eso. Pero como yo le digo, ¿para
qué hace falta dominar eso si ya hay correctores?
Robyn asintió con la cabeza mientras enviaba un mensaje general a otro grupo de chicas de
Dublín que habían ido con ellas al oeste de Irlanda.
—Pero no está tan mal, ¿verdad? —dijo finalmente levantando la vista hacia Georgia.
Ella terminó la partida y asintió.
—Siento lo de esta noche. Sé que tenías muchas ganas de ir al céili {9} .
Robyn se encogió de hombros.
—¿Ya estás bien?
—Sí —contestó Georgia—. Siento haberte estropeado la noche. Pero me dolía mucho el
estómago.
Robyn dejó su móvil en la mesita de noche.
—Pero ¿era el estómago de verdad o eran Jamesie y sus amigos? —le preguntó de forma
directa.
Georgia le hizo una mueca.
—Era el estómago. Lo otro en realidad es su problema. Creo que es por toda esa carne
roja que nos dan aquí; mi madre no hace ni la mitad. Esa especie de albóndiga de la comida
era bastante fuerte. Yo también quería salir, ¿sabes? Lo pasé bien el miércoles a pesar de...
—Se rascó la mano izquierda distraída—. Es su problema, no el mío. No ha sido por él por lo
que quería quedarme en casa esta noche, Robs, de verdad. Algunas personas son cerdos
ignorantes. Así que no ha sido eso, sino que me sentía un poco mal. Lo siento, porque ahora
ya estoy bien. No deberías haberte quedado conmigo. Te podría haber ido bien con Peadar...
—Si está interesado, lo seguirá estando mañana —soltó Robyn balanceando su melena
rubia—. Y también hay otros chicos ahí fuera para ti. Stiofán Ó Sé, por ejemplo.
—Oh, vamos, a Steve yo no le intereso. —Georgia se puso roja.