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—Y preparé la cena, pero se me olvidó el pan de ajo y quemé la lasaña.<br />

—¿Y qué? A mí se me queman un montón de cosas —dijo Eavan—, pero sé que te molestó<br />

que te dijera que lo estabas haciendo mal.<br />

—Sí, me molestó. Entonces, cuando me contaste... —Abrió y cerró la boca—. No me lo<br />

podía creer. Pensaba que lo sabía todo sobre ti, en mi mente siempre habías sido perfecta<br />

porque me diste una oportunidad. Y de repente me estabas diciendo que no lo eras.<br />

Y que lo habías mantenido en secreto.<br />

—Fue una decisión realmente difícil para mí —explicó Eavan—.<br />

Y tenía que vivir con ello. Sólo fui capaz enterrándolo en mi mente. Quería decírtelo. Pero<br />

cuanto más tiempo pasaba sin hacerlo, más me costaba.<br />

—Nunca lo has intentado.<br />

—Tenía miedo. —Eavan se enjugó una lágrima—. Tú siempre decías que yo era perfecta. Y<br />

yo sabía que aquello estaba tan lejos de la perfección...<br />

—Estaba impresionado y enfadado—dijo Glenn—. Y también estaba dolido, Evs. Pero en<br />

cuanto a lo de la perfección, bueno, en cualquier caso, si enterarme hizo algo, fue ayudar.<br />

Saber que no lo habías hecho todo bien siempre, después de todo.<br />

—Pero me diste la espalda—se quejó Eavan—. Y después cuando íbamos a casa de<br />

Claire...<br />

—No tenía nada que ver contigo —la interrumpió Glenn—. De repente no podía asumirlo. No<br />

en ese momento. Que toda esa gente que conocemos tuviera que enterarse de que no tengo<br />

trabajo. No quería verla. No quería su maldita compasión.<br />

—Claire dice eso a veces. —Eavan sacó una pluma del edredón—. Ése es el motivo por el<br />

que no va a muchos sitios. Porque la gente es demasiado compasiva.<br />

—A veces uno no está preparado para la compasión —convino Glenn.<br />

—Pero fuiste —le recordó Eavan—. Claire me llamó para decírmelo. Y me contó que no<br />

parecías... que no parecías tú mismo.<br />

—¿Pensaste que estaba borracho?<br />

Eavan suspiró.<br />

—No quiero mentirte. Sí. Sí lo pensé.<br />

Entonces fue Glenn quien no dijo nada. Paseó la mirada por la habitación antes de volverse<br />

hacia Eavan y cogerle la mano.<br />

—Te juro que no había bebido. Fui a un pub. Me senté. Miré a la gente bebiendo y pedí un<br />

brandy. —Tragó saliva—. Lo olí. Y fue maravilloso. Tenía tantas ganas de bebérmelo. De la<br />

misma manera que tenía ganas de beberme el vino el día que discutimos. Llamé a uno de mis<br />

compañeros de Alcohólicos Anónimos. Él me soltó el discurso. No lo estaba escuchando. No<br />

quería escuchar. Estaba mirando por la ventana del pub y pensando que lo único que quería<br />

era volver a la barra y tomarme la puñetera copa. Entonces entró una mujer. Iba con dos<br />

niños. Una de la edad de Saffy más o menos. El otro más pequeño. No se parecía en nada a<br />

ti, pero de repente pensé en ti y en Saffy, en los niños que no tenemos todavía. Y supe que no<br />

quería perder todo eso. Pero si me tomaba el brandy... sabía que lo perdería, porque no sería<br />

sólo uno. Nunca fue una sola copa. Así que salí. Continué caminando. Terminé yendo al otro<br />

lado del río, hasta Sandymount. Y estuve allí sentado durante siglos, pensando que era un<br />

imbécil. Te lo juro, no bebí. Finalmente empezó a oscurecer y me di cuenta de que debía ir a

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