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—Oh, claro —contestó ella—. Somos muy buenos amigos. Lo somos de verdad —esbozó
una leve sonrisa—. Pero desde luego no somos almas gemelas. Aun así todavía mantenemos
buena amistad.
—¿Y qué vais a hacer? ¿Crees que cambiarán las cosas entre vosotros?
—Espero que no —dijo Sarah—. Trabajar con él es fácil, y el divorcio no tiene nada que ver
con el negocio —sonrió—. De hecho, supongo que la tienda fue el regalo que Nate me hizo al
divorciarnos. Quería tener mi propia floristería; estudié horticultura, supongo que llevamos lo
de las plantas en la sangre, y Nate estuvo de acuerdo en asociarse conmigo para la parte de
jardinería. Nos funciona bastante bien.
—¡Estáis divorciados! —La voz de Claire fue casi un grito.
—Claro que sí. —Sarah la miró asombrada—. No creerías que todavía estábamos
casados, ¿verdad?
—Yo... llevas un anillo. Corréis juntos. Un día os vi abrazándoos en la tienda. Yo di por
sentado...
Sarah echó un vistazo a su mano izquierda.
—Supongo que debería dejar de llevarlo —comentó—, pero es un buen mecanismo de
defensa. Todavía no estoy preparada para que se me acerquen los hombres. Por raro que
parezca, soy mucho más feliz trabajando con Nate que viviendo con él. Y ahora mismo, sólo
quiero trabajar. Un día de éstos llegará el hombre adecuado.
Claire asintió con la cabeza, enmudecida.
—¿Él no te lo había contado? —Sarah parecía sorprendida.
Claire negó con la cabeza.
—No sé por qué no te lo ha dicho —dijo Sarah y frunció el cejo—. Creí... la verdad, que
pensé... bueno... él silbaba, ¿sabes?
—¿Eh?
—Como te he dicho antes, no le había oído silbar desde hace años. Ni siquiera cuando
estaba conmigo, aunque en aquella época no me importaba. Pero cuando empezó a silbar otra
vez...
—No sé por qué tendría que significar nada que silbara antes de venir a trabajar aquí —se
extrañó Claire.
—Silbar es lo que hace cuando está contento —le aclaró Sarah.
—Yo... yo... pero no tiene nada que ver conmigo —dijo Claire.
—Claro que sí —la contradijo Sarah—. Él venía aquí, contigo, y aunque todo el asunto de
Hoshi lo está volviendo loco y aunque Felicity lo pone muy nervioso, seguía silbando. Estaba
contento, y hacía años que no estaba contento.
—Sarah, esto es ridículo.
—¿Tú crees que podrías darle una oportunidad?
—¿Una oportunidad de qué?
—Se quedó hecho polvo cuando se enteró de que habías salido con Oliver Ramsey —le
explicó Sarah—. Me lo contó. Me dijo que Oliver estaba totalmente equivocado contigo, y que
te estaba invitando con falsas intenciones; aunque no importaba, porque tú le encantarías de
todas formas.