You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
CAPÍTULO 11<br />
Laurus (laurel): hojas ovaladas brillantes. Crece mejor en<br />
maceta, has heladas pueden dañarlo.<br />
ALGO MÁS TARDE, aquella semana, mientras estaba sentada delante del ordenador<br />
leyendo sobre un nuevo procedimiento quirúrgico menos invasivo que estaban probando para<br />
sustituir uno antiguo, y que permitía a los pacientes pasar menos tiempo ingresados en el<br />
hospital, se le ocurrió de repente que a veces los cambios eran buenos. Evidentemente,<br />
algunos de los cambios que había vivido no habían sido positivos. Su vida fue devastada. Pero<br />
de una forma completamente diferente, la vida de Eileen también. Y la de Joanna. Y,<br />
naturalmente, la de Georgia. De hecho, toda su familia y amigos habían pasado épocas<br />
difíciles. Sin embargo, todos, incluida su hija, estaban afrontando nuevos retos, mientras que<br />
ella estaba luchando para evitarlos.<br />
¿Era tan malo?, pensó. Si ya había tenido la suerte de tenerlo todo, ¿por qué no debía<br />
recordarlo? Nada podría ser mejor pasara lo que pasase. Siempre echaría de menos a Bill por<br />
las noches. Siempre estaría sola. Siempre lloraría en la oscuridad. Incluso si ganara la lotería,<br />
o Georgia se convirtiera en una superestrella internacional o en una exitosa mujer de negocios<br />
o lo que su hija más deseara, o si ella misma conocía a un hombre atractivo y obscenamente<br />
rico en CómoLoReconoceré, aunque cualquiera de esas cosas sucediera, no la harían más<br />
feliz de lo que ya lo había sido. Por eso no quería cambiar. Porque ningún cambio podría<br />
devolverle el pasado.<br />
La pantalla se oscureció y apareció el salvapantallas. Llevaba mucho rato mirando el<br />
ordenador sin hacer nada. Se levantó y fue a su habitación. Abrió el armario y miró la barra<br />
donde estaba colgada su ropa. Una colección triste y aburrida, pensó mientras la miraba.<br />
Tendría que haber ido de compras cuando estuvo en la calle Grafton, aprovechar el rato que<br />
había pasado en el centro.<br />
La manga de un jersey asomaba del estante que había encima de la barra y Claire volvió a<br />
empujarla a su sitio. Al hacerlo, su raqueta de bádminton, que había tirado y olvidado en ese<br />
estante, de repente se cayó golpeándole en la cabeza.<br />
Claire se masajeó la coronilla y recogió la raqueta. Probó las cuerdas. Todavía estaban<br />
tensas, le había cambiado el cordaje el año en que fueron de vacaciones a Jamaica.<br />
Súbitamente, recordó que se había perdido un partido mientras estaba fuera, y que se había<br />
disculpado profusamente con su equipo por no poder jugar. Eavan, que era la capitana ese<br />
año, le dijo que no se preocupara, que era sólo un partido y que por una vez se las podrían<br />
arreglar sin ella. Sólo que no fue un único partido. Nunca volvió a jugar.<br />
En lo alto del armario también había volantes de bádminton. Cogió uno del tubo y lo golpeó<br />
con la raqueta una y otra vez. Luego pasó a dar golpes de derecha e izquierda sin dejar que<br />
cayera al suelo. Una vez, obtuvo el récord del club por el mayor número de golpes sin que la<br />
pelota cayera al suelo, pero ya ni siquiera recordaba cuántos fueron. Ganó una botella de vino.<br />
Sonrió al recordarlo. Después dejó de golpear el volante y lo cogió con la mano. ¿Qué<br />
pasaría si volviera? ¿En qué equipo la pondrían si es que la ponían en uno? Había que estar<br />
en forma para jugar en las categorías altas, y ella no lo estaba. Nunca volvería a estar bien del