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CAPÍTULO 17<br />

Echinops (cardoyesquero): habitualmente tiene flores de color<br />

azul oscuro sobre tallos gruesos. Utilizar guantes al manipularlo.<br />

EL VIERNES POR LA MAÑANA, Eavan abrió los ojos y miró la pantalla del reloj de su<br />

mesita de noche. Eran las seis menos cuarto. Se volvió y se dio cuenta de que estaba sola. Se<br />

frotó los ojos. Glenn no podía haberse levantado tan temprano. Era demasiado pronto. Se<br />

volvió a recostar y esperó a que él regresara a la cama. Pero mientras se debatía entre el<br />

sueño y la vigilia, notó que no oía ningún ruido en el baño de la habitación, donde ella suponía<br />

que estaba Glenn. Tampoco se oía a Glenn trasteando en la cocina.<br />

Abrió los ojos de golpe y se sentó en la cama. Fue un trueno lo que la había despertado.<br />

«Otra vez no», pensó. Después de la tormenta de la semana anterior, había esperado que el<br />

tiempo se despejara definitivamente, pero estaba claro que no había sido así. Se levantó de la<br />

cama y miró por la ventana. Había nubes grises tapando el cielo. Cogió su bata blanca y rosa<br />

y se la ató antes de salir de la habitación. Después se detuvo en la puerta de la habitación de<br />

Saffy y la abrió con cuidado.<br />

Glenn estaba sentado en la silla de mimbre que había al lado de la cama; la pequeña<br />

estaba dormida en su regazo. Encima del armario había un vaso casi vacío de Coca-Cola. Él<br />

levantó la vista hacia Eavan.<br />

—Hola —saludó en voz baja.<br />

—Hola —contestó ella—. ¿Qué ha pasado?<br />

—Nada —explicó él—. Se ha despertado y la he oído; no quería que te molestara y he<br />

venido aquí con ella. Le he leído un cuento y se ha quedado dormida otra vez.<br />

—¿A qué hora ha sido eso? —preguntó Eavan.<br />

—Oh, hace más o menos una hora.<br />

—¡Hace una hora! —exclamó—. ¿Cómo puede ser que yo no la oyera? ¿Cómo puede ser<br />

que tú sí? ¡En general no la oyes nunca!<br />

—Yo estaba despierto —dijo Glenn—. Había bajado a buscar algo de beber. La he oído<br />

cuando volvía a subir.<br />

Eavan miró el vaso de Coca-Cola.<br />

—No es precisamente una bebida que induzca el sueño —observó.<br />

Glenn se encogió de hombros y se bebió lo que quedaba en el vaso mientras Eavan se<br />

apretaba las sienes con los dedos. Se había levantado con un ligero dolor de cabeza debido a<br />

la lluvia y al tiempo húmedo y bochornoso.<br />

—Tendrías que haberla vuelto a meter en la cama —le explicó—. Una vez que se queda<br />

dormida, normalmente está fuera de juego.<br />

—Lo sé —respondió Glenn—, pero ha dicho que no se encontraba bien.<br />

—¿No? —Eavan dio unos pasos y, con cuidado, puso la palma de la mano en la frente de<br />

su hija—. Está un poco caliente.<br />

—Sí —convino Glenn—, por eso me he quedado con ella.

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