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—Todavía no lo he decidido.
—¡Mamá! —Georgia parecía nerviosa—. Llegarás tarde, sabes que tengo razón. ¿Cómo
vas a ir al Point?
—Con el autobús hasta la calle Amiens y luego andando —explicó Claire.
—Pero ¡eso es una caminata! —exclamó Georgia—. Si no sales pronto no llegarás puntual.
—No me iré hasta que no venga Leonie a buscaros.
—Le enviaré un mensaje —dijo Robyn— para asegurarme de que llega con tiempo de
sobra.
—Entretanto sería mejor que te cambiaras —comentó Georgia.
—Vale, vale. —Claire se terminó su infusión y subió a su cuarto.
La verdad, pensó, Georgia se estaba poniendo demasiado mandona para su propio bien.
Cogió del armario su falda azul de flores recientemente recuperada (nunca se la había puesto
mucho porque siempre le pareció un poco ajustada, pero ahora le quedaba perfecta), un top
blanco y una chaqueta azul, y lo colocó todo encima de la cama. Después entró al baño, se
lavó la cara, los dientes y se aplicó una crema hidratante con color. Se puso la falda y la
chaqueta, se roció con Kenzo y volvió a bajar.
—¿Está bien? —preguntó Claire.
Georgia la miró con desolación.
—¿Vas a llevar eso?
—¿Qué tiene de malo? —replicó Claire a la defensiva.
—Bueno, parece que vayas a una reunión —exclamó Georgia.
—Es que voy a reunirme con un hombre —confirmó Claire.
—Se refiere a una reunión de trabajo, señora H —dijo Robyn—. Es un poco aburrido, y el
color no es muy guay.
Claire frunció el cejo.
—Es una falda más que pasable —contraatacó ella—. Y tú me compraste el top, Georgey,
así que no puedes protestar por eso.
—Está bien —dijo Georgia—, sólo que no es muy sexy, y está absolutamente pasada de
moda.
—No quiero estar sexy —exclamó su madre.
—Claro que sí —objetó Georgia—. Tienes una cita.
—Estoy seriamente preocupada por lo que pensáis que constituye el modelo apropiado
para una cita —espetó Claire, seca—. Y, además, no es ese tipo de cita.
—Bueno, entonces, ¿qué tipo de cita es? —preguntó Georgia—. Has quedado con un
hombre, mamá. Un hombre al que no conoces mucho. Te ha invitado a salir.
—Sí, pero eso no significa que tenga que vestirme como Christina Aguilera, ¡por el amor de
Dios!
Georgia y Robyn rompieron a reír a carcajadas.
—Vale, ha sido un mal ejemplo —concedió Claire—. Nadie sale vestida a la calle como
Christina por ningún motivo.
—Sé que no es lo mismo cuando la gente normal va a una cita —dijo Georgia seria—, lo