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—No pasa nada. —Abrió la puerta del todo—. Está bien. Lo siento. Es que me he asustado<br />

al oír el timbre.<br />

—Disculpa —dijo él, y la siguió hasta la cocina. Phydough, que había permanecido en su<br />

cesta mientras Claire deambulaba por el jardín, salió de ella y se estiró. Trotó hasta Nate, que<br />

le rascó detrás de las orejas.<br />

—Te he traído algo.<br />

Por primera vez, Claire se percató de que Nate llevaba un paquete alargado. Lo puso sobre<br />

la mesa. Ella sacó las tijeras del cajón y cortó el celo que sujetaba el envoltorio.<br />

—Oh.<br />

Era Jardín jamaicano. Estaba perfecto.<br />

—Es un cuadro al óleo —explicó Nate—. En cuanto nos fuimos, se pusieron a trabajar en él.<br />

No fue nada difícil. Tenía peor aspecto de lo que realmente era.<br />

—¿Por qué lo has traído aquí? —preguntó ella.<br />

—Es un regalo —contestó él.<br />

Claire lo miró fijamente.<br />

—No puedo aceptarlo. ¡Vale seiscientos euros!<br />

—Una nadería en el mundo del arte —exclamó Nate alegremente.<br />

—Tal vez, pero no es una nadería para ti ni para mí. Nate, es precioso y un gesto realmente<br />

bonito, pero...<br />

—Te pasaste horas mirándolo. —La interrumpió—. Te estaba observando. Lo mirabas<br />

como si estuvieras en ese jardín.<br />

—Es un cuadro precioso —reconoció ella—, y me recuerda las últimas vacaciones que pasé<br />

con mi marido y con Georgia. —Tragó saliva—. Las vacaciones en las que murió.<br />

—Tuvo que ser lo más horrible del mundo —dijo Nate—. Georgia me contó un montón de<br />

cosas el día de la barbacoa, cuando la acerqué en la furgoneta. Me explicó lo terrible que fue<br />

para ti, y que ella dejó de hablar después... Me dijo lo increíble que fuiste y lo duro que has<br />

luchado...<br />

—Georgia habla demasiado —lo cortó Claire.<br />

—También me contó que te daban miedo los coches —prosiguió Nate—. Antes no debería<br />

haberte propuesto que cogiéramos un taxi, pero he pensado que tal vez estabas tan mal por lo<br />

de la pintura que quizá ni siquiera te darías cuenta de que estabas en un coche. Creía que<br />

podía ayudar. Supongo que soy un estúpido. Y puede que traerte un cuadro ambientado en<br />

Jamaica no sea la cosa más sensible que pudiera haber hecho... pero parecía gustarte tanto.<br />

—Oh, ha sido algo precioso por tu parte —exclamó ella—, pero aun así no puedo aceptarlo.<br />

—Vale. —Nate volvió a rascar a Phydough detrás de las orejas.<br />

—Lo siento —se disculpó ella tras un momento de silencio—. Debe de parecer de lo más<br />

maleducado por mi parte no aceptarlo. Y también siento haber hecho el ridículo esta noche en<br />

la galería.<br />

Él sonrió.<br />

—Nada de eso es un problema. Si tú no quieres el cuadro me lo quedaré yo. Eamonn tiene<br />

muy buenas críticas. Será una inversión. Y en cuanto a lo de hacer el ridículo, bueno, lo único<br />

que puedo decir es que ha sido la mejor inauguración en la que he estado en toda mi vida.

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