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acercándose a ella.
Con abrió los ojos como platos cuando vio a Eileen mirar al hombre que tenía al lado. Tenía
una expresión en el rostro que él no había visto en mucho tiempo. Se trataba de la forma
cómo, en su día, lo había mirado a él. Fijó la vista en ambos, quedándose detrás de Lacey,
que caminaba directa hacia ellos.
—Hola, Eileen —saludó ésta—. Tienes muy buen aspecto.
—Gracias —dijo Eileen—. Tú también. —Observó el caro vestido color cereza, los zapatos
multicolor y el bolso a juego. Su característico complemento de joyas era de plata y su cabello
dorado brillaba a la luz del atardecer—. Me gustan tus zapatos.
Lacey sonrió.
—Son bonitos para mirarlos, pero una cruz para llevarlos puestos. Tendría que ser más
sensata. —Se volvió hacia Alan y extendió la mano—. Lacey Dillon.
—Alan Bellew —contestó él.
Eileen sintió cómo se le aceleraba el corazón al notar cómo la vista de Alan recorría el
cuerpo perfecto y tonificado de Lacey. Le horrorizó darse cuenta de que le molestaba la
evidente aprobación del aspecto de la otra mujer.
—Hola, cariño. —Con casi besó a Eileen en la mejilla—. Estás increíble.
—Tú estás bien, ¿verdad? —A Eileen se le hacía raro mantener conversaciones informales
con él. Ya no lo quería. Era completamente feliz por el hecho de que él estuviera viviendo su
vida con Lacey, pero no lograba sentirse del todo a gusto en su compañía. Y no podía estar a
su lado sin recordar la noche de pasión desenfrenada que había tenido a Claire como fruto y
que había desembocado en un matrimonio que ella nunca había querido en realidad.
—Sí, estoy bien. —Se ajustó la cintura de los pantalones. Eran unos pantalones informales,
color arena. Pantalón de raya, los hubiera llamado Eileen, pero seguro que hoy en día tenían
otro nombre. La camisa era de rayas y suelta. Tenía buen aspecto, pensó, pero no estaba ni
la mitad de elegante que Alan. Sin embargo, para ser justos, Alan iba más vestido para una
fiesta de jardín en Dublín 4 que para una barbacoa de sábado. No obstante, no podía evitar la
satisfacción de estar al lado de un hombre tan atractivo en ese momento. La excitación que
sentía hacía que sus ojos y su piel brillaran.
—Alan, éste es mi ex marido, Con —dijo ella.
—Encantado de conocerte —saludó Alan—. Ha sido un placer trabajar para Eileen.
Con parecía sorprendido.
—Alan ha sido el principal negociador de la venta de Ambleside —explicó Eileen.
—Ah.
—Me ha sido de gran ayuda.
—Ya veo.
—¡Allí está Claire! —De repente, Lacey la había visto entre la multitud—. Voy a saludarla.
—Yo iré a por algo de beber —dijo Eileen y sonrió a Al.in y a Con—. ¿Os traigo algo? —
Los dos negaron con la cabeza, y ella alejó dejándolos juntos.
—¿Lacey Dillon? ¿De la empresa de selección de personal? preguntó Alan.