1365539256995

tenía sentido preguntarse cómo habría sido. Era imposible que hubiera tenido el bebé en
aquella época. Había tomado la decisión correcta. Pero tratar de enterrarlo en su mente, tal
vez no había sido lo mejor. Quizá debería habérselo contado antes a Glenn, entonces él no la
habría puesto en el pedestal al que la había subido.
«¿Por qué los hombres son tan estúpidos? —se preguntó Claire mientras cerraba las tapas
de las neveras—. ¿Por qué no entienden mejor las cosas?»
—Está yendo muy bien. —La voz de Nate la sacó de sus meditaciones.
—Gracias. —¿Cómo se las arreglaba para acercarse siempre sigilosamente? Ella creía
que, cuando se había alejado de Eavan, había ido a por algo de comer.
—A este jardín le gusta la gente —le dijo—. Le gusta la vida.
—En un momento dado, pensé en un jardín zen —le explicó ella—. Cuando me di cuenta de
cuánta falta hacía que alguien cuidara éste. Pensé que quizá con arena blanca y unas cuantas
piedras pudiera dar el pego.
Él sonrió.
—Demasiada arena y demasiadas piedras.
—Quizá.
—Y no habría sitio para que viniese gente.
—En realidad yo no quería que viniese gente —confesó ella—. Ni siquiera hoy.
—¿Por qué no?
Claire no quería tener esa conversación con él. Las preguntas espontáneas. La sensación
de que estar con él sería fácil. No quería. No podía soportarlo.
—Lo siento —dijo abruptamente—. Tengo que ir a por más bebidas a la nevera.
Sonrió brevemente y se alejó. Pero no fue a la nevera, sino que subió a su habitación.
Abrió el cajón de la mesita de noche de Bill. Sacó un vídeo. No lo había visto en tres años.
Y antes, sólo una vez.
La televisión y el vídeo estaban en un mueble de la esquina de la habitación. Metió la cinta y
apretó el play.
Los cielos azules de Jamaica llenaron la pantalla. Después se oía un grito de Georgia y la
cámara se dirigía a ella, que estaba de pie en el balcón de su habitación. Claire se dio cuenta
de que era una Georgia mucho más pequeña. Una Georgia infantil y despreocupada que la
saludaba con las manos intactas y hacía muecas a la cámara. Su cabello pelirrojo dorado le
llegaba casi hasta la cintura. Claire había olvidado lo largo que había llegado a llevarlo.
Entonces Bill enfocaba a Claire, aumentando el zoom sobre su rostro pálido y con ojeras. Ella
le suplicaba que parara, que esperara a que tomara un poco de sol antes de grabarla.
Las siguientes imágenes eran de la playa. Georgia y ella descansando en tumbonas al sol.
Luego sentadas en sillas en la orilla, bebiendo cócteles exóticos. Las dos el mismo, recordó
Claire. Sin alcohol, por el bebé. Se apretó los dedos contra el estómago y se mordió el labio
hasta hacerse sangre.
Entonces llegó la parte que recordaba con más claridad, la parte que había recordado una y
otra vez a pesar de que sólo había visto una vez el vídeo. Había decidido apartarlo porque
creía que revivir el pasado no la ayudaba, pero ahora necesitaba volver a verlo. Georgia había
cogido la cámara aquella noche. Había grabado a Claire ya Bill en la pista de baile del hotel.
Bailaban muy juntos. Se sonreían el uno al otro. Bill la miraba, bromeando, aunque no oía lo