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CAPÍTULO 18<br />

Dodecatheon (dodecatheon): flores rosa, blancas y púrpuras en<br />

tallos verticales. Florecen en verano.<br />

EN CUANTO LLEGÓ A CASA, Claire volvió a probarse todo lo que había comprado antes<br />

de guardarlo.<br />

—Tendría que haberme comprado un bolso para el vestido nuevo y las sandalias —murmuró<br />

mientras cerraba las puertas de su armario—. Entonces tendría el conjunto perfecto.<br />

Pero ya era demasiado tarde para ir a buscar un bolso, había estado una eternidad en la<br />

ciudad, y el hombre del nido de avispas llegaría en cualquier momento.<br />

Acababa de bajar cuando sonó el timbre. David Beckham, el futbolista que había hecho<br />

palpitar y había roto miles de sueños, estaba de pie en la puerta de su casa.<br />

Naturalmente, sabía que no era Becks de verdad. No había ningún motivo para que él<br />

estuviera en la puerta de su casa con un traje aislante blanco, con su pelo rubio ligeramente<br />

despeinado y una sonrisa en los labios, pero el hombre que tenía enfrente era un clon perfecto<br />

de él, y Claire, a quien siempre le había gustado Beckham, incluso cuando su suerte había<br />

cambiado, se quedó callada y alucinada.<br />

—He venido por lo del nido de avispas.<br />

Tenía la voz con la que Becks debería haber nacido. Profunda y sensual. Al oírla, Claire<br />

sintió cómo un escalofrío le recorría la espina dorsal.<br />

—Oliver Ramsey —se presentó—. La llamé hace unos días y quedamos para hoy.<br />

—Ah, sí. —No podía quitarle los ojos de encima—. Sí. El nido de avispas. Sí. Soy yo.<br />

—Teníamos una cita para hoy —prosiguió Oliver.<br />

—Claro. Sí. Claro. —Claire no se había puesto tan nerviosa desde hacía años—. Lo sé. Lo<br />

siento. Estaba... ocupada. Me ha cogido por sorpresa.<br />

—¿Le viene mal?<br />

—No. No. Para nada —negó ella.<br />

—¿Qué le parece si echo un vistazo y luego voy a mi furgoneta a coger el equipo? —Señaló<br />

con la cabeza hacia la furgoneta que había aparcada delante de su casa.<br />

—Estupendo —estuvo de acuerdo Claire—. Sí. Buena idea.<br />

Lo guió hasta el jardín de atrás y le señaló el alero, donde ambos pudieron observar un<br />

activo flujo de avispas entrando y saliendo. Oliver hizo una mueca.<br />

—Sí, es un nido.<br />

—Ya lo sabía —comentó ella un poco impaciente—. Por eso he llamado.<br />

—A veces la gente cree que hay un nido porque ven actividad, pero el verdadero nido está<br />

en otra parte —le explicó—. Cogeré la escalera y mi equipo de protección.<br />

«Tal vez la gente llame fingiendo que tiene un nido», pensó sin dejar de mirarlo mientras él<br />

iba hacia la furgoneta. Quizá las mujeres lo llamaran sólo porque querían volver a verlo. Lo<br />

entendía. No había visto a un hombre más guapo desde hacía años... si te gustaba el tipo

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