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todo. Se quedó de pie, indecisa, con la raqueta en una mano y el volante en la otra.
—Tampoco es que fueras una jugadora internacional —farfulló—. No es tan importante.
Podrías volver por la parte social, como Eavan te ha pedido una y otra vez.
Recuperó el tubo y metió en él el volante. La temporada no empezaba hasta septiembre.
Tenía mucho tiempo para pensarlo. A saber lo que podía pasar hasta entonces. No tenía
sentido alterarse por la posibilidad de volver a jugar a un estúpido juego. Sin embargo, su
corazón latía más de prisa ante la idea de volver a ganar un partido. Guardó otra vez la
raqueta y los volantes en el armario. Mientras tanto, se dijo a sí misma, había muchas cosas
que podía hacer en lugar de pensar en su vida de aquella forma melodramática. Tenía que
contratar a alguien para el jardín, ¿o no? Le había dicho a Con que lo iba a hacer, así que
debía hacerlo. Y... le había contado a Eileen que iba a salir a tomar algo con un viejo amigo.
Bueno, eso era algo que también podía organizar.
Y lo del nido de avispas. Tenía que arreglar ese asunto, o al menos buscar a un experto.
Además estaba la reunión social de la semana: la fiesta por el tercer cumpleaños de Saffy, en
casa de Glenn y Eavan. No podía decirse que no tuviera una vida ocupada. Tenía un montón
de cosas en marcha.
Volvió a su estudio y se, sentó delante del ordenador nuevamente. No tenía ningún trabajo
pendiente, pero se conectó al programa de correo.
Había muchos más mails de lo que esperaba, todos sobre lo mismo. Rosie había reenviado
la convocatoria para la Cena a Oscuras a todo el equipo de producción de Locum Libris un par
de días atrás. Hasta el momento, todas excepto ella habían decidido asistir.
Claire pensó que la cosa sonaba fatal. No se podía imaginar cenando en la oscuridad con un
grupo de desconocidos. Y menos pasándolo bien. ¿Era necesario que se divirtiera?, se
preguntó. ¿No podía incluirlo en la investigación sobre hombres que estaba haciendo para
Georgia? Tal vez ese tipo de eventos fueran el futuro de las citas, y Georgia acudiría a cosas
semejantes. Si Claire asistía, por lo menos sabría cómo era. Sin embargo... Miró la pantalla
con pesimismo... Se suponía que los contactos por Internet también eran el futuro. Y para ella
había sido un buen chasco.
Para su desilusión, los otros dos mensajes que había enviado (Danno: enérgico, amante de
la diversión, interesado en los deportes, los libros y la música; Guru: pensativo, alegre,
interesado en las cosas cotidianas) seguían sin respuesta. No podía evitar sentir que si no era
capaz de conseguir una cita por Internet, es que debía de ser la persona más negada del
mundo. Echó un vistazo a su agenda y se preguntó si lo de la Cena a Oscuras era una idea tan
descabellada. Por lo menos allí habría hombres, y tendrían que hablar con ella lo quisieran o
no.
Compró otra pila de revistas y estaba claro que había escasez de hombres pasables, sobre
todo para mujeres de su edad. De hecho, si creía lo que decían algunos artículos, simplemente
debía olvidarse de su plan y dejar a los hombres disponibles para mujeres más jóvenes y
desesperadas. No obstante, otros reportajes insistían en que las mujeres entre treinta y
muchos y cuarenta y pocos estaban en el mejor momento de sus vidas, tenían experiencia en
el sexo (algo que a los hombres les encantaba), pero ya no eran tan estúpidas como para
creerse el cuento de hadas. Recomendaban las opciones estándares y no tecnológicas para
conocer hombres, pero Claire estaba más que segura de que ella era demasiado mayor para
los clubes nocturnos (además, nunca había frecuentado ese mundo, aunque se preguntaba si
debería probar algunos para ver por dónde se movería Georgia en el futuro); mentalmente,