1365539256995

dando alitas de pollo), los vecinos (con los que sólo había cruzado algunas palabras, pero que
parecían amables y amigables, lo que la hizo sentirse culpable por haber sido tan descuidada
con ellos...). Eavan, cayó de repente en la cuenta. Eavan y Glenn tampoco habían llegado.
Pero en cuanto pensó en ello, vio a Eavan entrar en el jardín y mirar hacia ella insegura.
—¡Ey, hola! —Claire se abrió paso hacia su amiga—. Creía que no podrías venir.
—Yo pensaba lo mismo.
—¿Estás bien? —Claire la miró preocupada—. ¿Dónde está Glenn?
—Caminando —dijo Eavan—. ¿Puedo beber algo?
—Por supuesto. —Claire cogió la botella de vino blanco que estaba en la cubitera y le sirvió
un vaso a su amiga. Para asombro de Claire, Eavan se lo tomó en un par de tragos. Le rellenó
el vaso sin decir nada.
—Nunca había sabido por qué la gente bebía así —dijo Eavan—. Siempre me ha gustado
tomar alcohol al final de la jornada. Socialmente. No como un apoyo. Pero ahora entiendo por
qué puede ser así.
—¿Qué pasa? —preguntó Claire.
Eavan le contó que le había confesado a Glenn lo del aborto y que parecía que no se lo
había tomado nada bien.
—No debería habérselo contado. No en este momento. No puede ni verme porque soy yo la
que está ganando dinero, pero tampoco es capaz de decirme que me desprecia. —Tragó
saliva—. Creo que las cosas van mal entre nosotros —dijo temblorosa—. No sé si tiene
arreglo.
—Oh, Eavan. —Claire rodeó con el brazo a su amiga—. No pienses así. Vosotros dos os
queréis. Tenéis un buen matrimonio.
Eavan negó con la cabeza.
—Nos queríamos cuando todo iba bien. —Las palabras salieron de sopetón de su boca—.
Ahora que las cosas van mal...
—¿Todavía lo quieres? —preguntó Claire.
—Eso le he dicho hoy. —Eavan parpadeó un par de veces—. Después me he preguntado si
era así. Lo quiero, pero no sé si lo quiero lo suficiente como para vivir así mucho más tiempo.
—Es una mala época —dijo Claire—. Todo el mundo las tiene.
—¿Tú y Bill también? —preguntó con ironía.
—Por supuesto.
—¿Cuándo?
Claire reflexionó. Hubo aquella temporada, poco después de que Georgia hubiera nacido,
cuando Bill trabajaba a todas horas y parecía tener que salir todas las noches con llamadas de
emergencia, ninguno de los dos dormía nada... atravesaron un período de contestarse mal y
de estar irritables en general. Hubo unos días en que Claire se preguntó si podrían seguir
adelante. Era la única vez en que ella había dudado del amor del uno por el otro. Pero lo
habían superado. Claire se había disculpado por gritarle que era el hombre más egoísta del
planeta y que lo único que le importaba era la maldita gente pero no las personas que tenía
más cerca. Bill se había disculpado por dejar que las cosas llegaran a ese punto, porque había
dado por hecho que ella le querría por encima de todo.