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Cinco minutos antes de que llegara Nate, Claire estaba de pie frente al espejo, llena de
dudas. El vestido verde le quedaba de maravilla. La sombra iba con ella, le hacía los ojos más
grandes y resaltaba sus motas color ámbar. Llevaba el pelo suelto, Georgia se había pasado
diez minutos alisándoselo con la plancha, y le rodeaba la cara sofisticadamente (tenía que
reconocerlo), lo que la hacía más elegante que los rizos. No era un estilo que se molestara en
llevar cada día, pero sin duda era muy adecuado para salir de noche. Apenas podía caminar
con los zapatos de tacón sin talón que Georgia había recuperado de su armario y había
insistido en que se pusiera.
—Ha llegado. —Georgia había estado vigilando desde la ventana de su estudio—. Y
adivina, conduce un coche, no la furgoneta. Y es un coche guay, un Lexus. ¡Se debe de ganar
pasta plantando plantas! —Se volvió hacia su madre—. Ultima comprobación. —Evaluó el
aspecto de Claire y luego silbó con aprobación—. Lo conseguirás —le dijo.
—¿Tienes todas tus cosas preparadas?
Georgia asintió. Iba a pasar la noche en casa de Robyn y se llevaba unos cuantos juegos de
la PlayStation. Claire le había prometido llamarla a la vuelta y pasar a recogerla o dejar que
Leonie la llevara a casa, pero cuando Leonie se enteró de que Claire tenía una cita, le ofreció
que Georgia se quedara a dormir. No obstante, Claire había insistido en que Georgia estuviera
de vuelta aquella noche.
—Bueno —dijo cuando Nate llamó al timbre—. Allá vamos.
Él iba con su estilo informal de siempre, pero estaba atractivo con los pantalones anchos y
la chaqueta suelta. Todavía tenía el pelo húmedo de la ducha.
—Voy con vosotros hasta la estación —le informó Georgia—. Luego me quedo en casa de
Robs.
—¿Y qué tal tu novio? —preguntó Nate con naturalidad mientras ella se adaptaba a su
paso; iban a un ritmo más lento del habitual para adaptarse a la falta de costumbre de Claire
de andar con soltura y a pasos largos con tacones.
—Está bien. —Georgia se sonrojó. Naturalmente, Nate no sabía nada del drama que se
había montado después de que Steve se quedara en su habitación, y sin duda ella no iba a
contárselo.
Su pregunta fue toda la conversación que tuvieron hasta llegar a la estación. El tren de
Georgia llegó primero y les saludó con la mano mientras se subía a él para bajarse en la
próxima estación.
Claire y Nate esperaron en la parte cubierta del andén otros diez minutos hasta que su tren
llegó. Claire estaba preocupada por el efecto que el viento estaría teniendo sobre su nuevo
estilo de pelo. Se lo tocó para asegurarse de que no se había convertido en un nido de
pájaros.
—Estás bien —le dijo Nate al notar lo que estaba haciendo.
—No estoy acostumbrada a llevarlo tan liso —le confesó Claire—. Georgia se ha vuelto loca
con la plancha.
Nate hizo una mueca.
—Felicity tenía una. Se pasaba horas con ella delante del espejo. Creo que la quería más