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cuando se bajaron del coche al llegar a la iglesia, y le dijo que esperaba que fuera muy, muy<br />

feliz, y que Bill era un gran hombre que se convertiría en un médico maravilloso. Añadió que no<br />

podía haber escogido mejor. Le sonrió y le dijo que, cuando Eileen llorara, como seguramente<br />

haría, Claire no debía pensar que era porque su madre albergara dudas respecto a ellos sino<br />

simplemente porque todo el mundo lloraba en las bodas.<br />

La noche anterior Eileen le había preguntado si estaba completamente segura de que<br />

aquello era lo que quería hacer. Estaba a punto de casarse con una persona que todavía<br />

estaba estudiando. El trabajo de ella sería el principal ingreso de ambos. Iba a ser duro.<br />

—No me importa —le dijo Claire—. Le quiero.<br />

—No lo he dudado en ningún momento —le aseguró Eileen—. Es sólo que..., te estás<br />

comprometiendo, endeudándote, preocupándote por un montón de cosas cuando deberías<br />

estar divirtiéndote.<br />

—Eavan dijo algo parecido —le contó Claire—. Bill Hudson es lo mejor que me ha pasado<br />

en la vida. Siempre lo ha sido. Será un médico brillante y el dinero llegará antes o después.<br />

En realidad, pasó un tiempo hasta que el dinero comenzó a llegar.<br />

La semana en que Bill entró a trabajar en una clínica de North Strand, Claire descubrió que<br />

estaba embarazada. Nunca le había contado a Georgia que fue un embarazo no planeado; a<br />

fin de cuentas, como una vez le dijo a Eavan, ellos siempre habían pensado en tener niños,<br />

sólo que no exactamente en aquella época. Pero aceptaron que había pasado y, además, su<br />

hija era sin duda el bebé más bonito del mundo. Luego se convirtió en una niña preciosa y en<br />

una adolescente impresionante, pensó Claire. Una mezcla afortunada de sus rasgos buenos<br />

(como una cabellera espesa y pómulos altos) y los enormes ojos castaños de Bill, de pestañas<br />

larguísimas. También era una chica feliz y equilibrada. Lo habían hecho realmente bien con<br />

Georgia.<br />

Claire sintió cómo volvía a mortificarla el dolor. Bill estaba tan orgulloso de su hija. Se<br />

acordaba del día en que Georgia había empezado en un colegio nuevo y él se había quedado<br />

mirándola. Llevaba uniforme, y el pelo recogido en una gruesa trenza, al estilo Lara Croft. Bill<br />

se quedó sin habla, y no reaccionó hasta que Georgia le dio un beso en la mejilla y le dijo que<br />

deberían irse ya, porque tenía que llevarla al colegio, o es que se había olvidado.<br />

«No es justo —pensó Claire—. No es justo que él no pueda verla crecer, tener una carrera<br />

y, con un poco de suerte, un matrimonio maravilloso. No es justo que él nunca vaya a disfrutar<br />

de la casa y el jardín, cuando comprarla era su sueño del presente y el futuro hecho realidad.»<br />

No era justo que alguien que había sido tan bueno toda su vida, hubiera muerto tan<br />

horriblemente pronto.<br />

Cerró los ojos y se mordió el labio. A veces parecía que no hubiese pasado el tiempo desde<br />

que sucedió, y aun así, ella sabía que sí había pasado, pero le resultaba casi imposible<br />

comprender lo que había sucedido mientras tanto. Aquellos días se habían fundido en una<br />

maraña de tiempo, durante el que sabía que había sido capaz de salir adelante, aunque no<br />

recordaba cómo. No obstante, recordaba el día en que todo cambió. Fue al final de una<br />

semana maravillosa. De hecho, después de su boda y del nacimiento de Georgia, ésa había<br />

sido la mejor semana de su vida.

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