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—Tal vez. Pero lo dudo. No sé, Glenn, allí está, en una casa demasiado grande para ella,
trabajando a destajo para gente que realmente no hace nada por ella. Finge que no tiene
tiempo para nada y, cada vez que sale, siempre se vuelve volando a casa porque está muy
ocupada o tiene que estar con Georgia, pero en realidad no tiene ninguna ocupación y Georgia
ya no es un bebé. Son todo pamplinas.
—Tal vez se mantiene ocupada para... bueno, para superarlo.
—Vale, pero superarlo también debería incluir volver a tener vida. Estoy harta de ver cómo
rechaza mi amistad. Las cosas tienen un límite. Ya han pasado tres años.
—Eres una buena amiga —la consoló Glenn—. Cualquiera puede ver lo mucho que te estás
esforzando.
—Ella también lo fue conmigo cuando trabajábamos juntas —le recordó Eavan—. Yo pasé
una mala época... y ella me apoyó.
De repente tenía los ojos llenos de lágrimas.
—¡Eh, no hay necesidad de apenarse! —Glenn miró a su mujer sorprendido—. Es tu amiga,
ha sido buena contigo y por eso tú sigues siendo buena con ella. A veces demasiado, Evs,
porque no lo aprecia como debería.
—Tienes razón. —Eavan se secó las lágrimas sin derramar—. Claro que sí. Pero es que
Claire... solía ser divertida, se soltaba el pelo con nosotros. No necesitaba a Bill a su lado para
pasarlo bien. Por ejemplo, no tenía reparos para dejarlo en casa con Georgia y venirse al club
dos noches por semana. Es ridículo que ahora, no habiendo nadie en casa, no quiera salir. Es
una lástima.
—Además es una mujer muy guapa —añadió Glenn pensativo—, por su aspecto parece que
todavía esté en los veinte.
—Bueno, eso es un poco exagerado —dijo Eavan cortante mientras se miraba en el reflejo
de la ventana.
Glenn se echó a reír.
—Pero es atractiva —le dijo Glenn—, aunque ahora se la vea un poco abandonada.
—No tendrá anorexia, ¿verdad? —se preguntó Eavan—. Tienes razón con lo del aspecto de
abandono. Recuerdo una vez en que las dos hicimos una de esas dietas insalubres, ya sabes,
comer sólo repollo, o remolacha, porque nos habíamos puesto un par de kilos encima. Claire
estaba realmente molesta porque no cabía en unos pantalones en particular. Claro que Bill se
ponía como loco si ella hacía dietas absurdas. ¡Ése es el problema de tener un marido médico!
—¿Anorexia no es lo que tienen las adolescentes? —preguntó Glenn—. Yo hubiera dicho
que si alguna de las dos tenía un problema con la comida ésa era Georgia.
—Vi a Georgey en el centro comercial la semana pasada —comentó Eavan—. Era la viva
imagen de la salud. Si Claire fuera tan sensata como su hija...
—Dale tiempo —le aconsejó Glenn cariñosamente—. Tiene que enfrentarse a las cosas a
su manera.
Eavan lo besó.
—Eres un hombre maravilloso —dijo—. Cariñoso, comprensivo... el sueño de cualquier
mujer.
—Lo único que importa es que sea el de tus sueños.
—Sin duda alguna lo eres —le aseguró Eavan mientras deslizaba la mano por debajo de su