1365539256995

En realidad, no cercanos. Creo que el término es primos segundos, pero nuestras familias
estaban bastante unidas, así que lo conozco desde siempre. Lo idolatraba a la distancia, claro,
él era mucho más mayor y guay que yo. Los demás se reían de mí por la forma en que lo
miraba. Yo solía decir que era mi alma gemela.
Claire se preguntó si su cuerpo se podría tensar más, mientras se imaginaba una versión en
miniatura igualmente hermosa de Sarah persiguiendo a un Nate más joven por todas partes.
—Le dije a todo el mundo que un día me casaría con él —siguió contando Sarah—. Durante
siglos lo creí así. Y entonces se fue a Estados Unidos y conoció a Felicity.
—Me la mencionó una vez —dejó caer Claire de forma casual.
—Supongo que no te dijo qué tipo de zorra es —dijo Sarah, y Claire no pudo evitar
percatarse de la amargura de su voz.
—¿Zorra?
—Es la versión original de Supergirl, y está encantada de serlo. Alta, delgada, rubia, natural
por supuesto, chic, con estilo... todas las cosas que Nate no es. Él es sensato y tranquilo,
aunque se apasione tanto con sus jardines, pero ella siempre estaba por ahí, haciendo
contactos, ya sabes de qué tipo de persona te hablo. Nunca jamás hubiera imaginado que él
se enamoraría de alguien así, pero ella lo hipnotizó. Remodeló el jardín del bufete del que ella
era socia. La conoció cuando ella se tomó un descanso para fumar. A Nate le parece bien que
la gente fume, pero en cualquier caso fue amor, lujuria, o lo que quieras, a primera vista. Se
casaron. A veces me pregunto cómo pudo ser tan estúpido como para casarse con ella. Él no
quería convertirse en un diseñador de jardines de moda y montar numeritos ñoños para sus
amigos de Seattle o Los Ángeles, pero ella quería convertirlo en una especie de jardinero
célebre. Felicity decía que sus diseños eran increíbles y que su aspecto era cool. Tenía
mercado, solía decirle. Cuando él le dijo que estaba loca, ella lo acusó de falta de ambición y
falta de voluntad para sobrevivir a las necesidades de su familia. Así que cedió e hizo ese
estúpido DVD sobre cómo cuidar jardines, y vendió muchísimo. Como si la gente de Los
Ángeles fuera a hacerse sus propios jardines. Pero rechazó seguir por ese camino, y discutían
por eso sin cesar, así que ella se divorció.
—No es muy agradable —comentó Claire.
—Él entonces todavía la quería —prosiguió Sarah—. Me contó que ella se estaba
esforzando al máximo por ellos como familia. Él es un estúpido blandengue, así que permitió
que ella se quedara hasta el último centavo, cada centavo que él había ganado trabajando
duro, porque odiaba lo del vídeo y era lo único de lo que había obtenido una cantidad
respetable. En realidad, ella no necesitaba el dinero, siendo como era una abogada
chupasangre, pero por supuesto, había que tener en cuenta a su hija Hoshi. Felicity hacía
todas las peticiones en nombre de Hoshi. Se hizo pasar por una madre abnegada, que criaba
sola a su hija. A decir verdad, y si me lo preguntas a mí, ensuciando el nombre de todas las
madres solteras.
—¡Tiene una hija! —Claire estaba impresionada.
Sarah asintió.
—Ahora tiene dieciséis años. Es increíblemente buena, aunque él apenas tiene ocasión de
verla, porque viven en Estados Unidos. Él quería la custodia. Prácticamente la había criado él,
por supuesto, porque Felicity siempre estaba en convenciones o cualquier otra cosa. Aunque
pedirla provocó la carcajada histérica de todo el mundo. No tenía ninguna oportunidad. ¿Cómo