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En realidad, muchas cosas estaban cambiando, y Georgia estaba contenta de que así
fuera. Se había quedado totalmente alucinada el día anterior cuando (después del susto de ver
a Nate Taylor trasladado en una ambulancia) Claire le había propuesto que fueran juntas al
centro a cenar. «Para calmarnos los nervios», había dicho Claire. Así que habían cogido el
autobús en Temple Bar y habían ido al Elephant & Castle, donde habían devorado un enorme
bol de alitas picantes seguido de una hamburguesa para Georgia y una ensalada César
enorme para Claire. Después, su madre le había contado todos los detalles de la noche de la
Cena a Oscuras y Georgia la había mirado sorprendida ante la idea de Claire sentada a una
mesa con un grupo de extraños comiendo platos no identificados con los dedos.
—¿Qué te pusiste? —preguntó, y se quedó de piedra cuando Claire le contó que se había
ido de compras y que había vuelto con un nuevo vestido de seda y unas sandalias poco
prácticas.
—No he visto nada de esa ropa nueva —se quejó Georgia, pero Claire le explicó que era
porque, desde que ella había vuelto, no se había quitado los vaqueros o los pantalones cortos,
que eran mejores para trabajar en el estudio.
Georgia le preguntó más detalles sobre su cita con Paul Hanratty. A ella le gustaba Paul, a
quien conocía de verlo pasar por casa algunas noches para recoger a Claire para los partidos.
Tenía la sensación de que si su madre iba a empezar a salir con un hombre, todas las
probabilidades apuntaban a que sería con alguien que ya conocía. Ella misma prefería que
saliera con alguien que por lo menos fuera vagamente familiar. La idea de un hombre
desconocido apareciendo de repente en sus vidas se le hacía difícil, por mucho que ella
animara a su madre a salir un poco más. Así que tal vez Paul fuera una buena opción, aunque
Claire dijera que no había ninguna posibilidad.
Y, pensó Georgia, era una perspectiva mucho mejor que pensar que Claire acabara con un
novio encontrado por Internet. Pensaba que su madre ya le había revelado todas las sorpresas
cuando ésta, bastante avergonzada, reconoció que se había registrado en
CómoLoReconoceré.com. Había hecho mucho hincapié en que la razón principal era que se
trataba de un requisito indispensable para poder asistir a la Cena a Oscuras, pero también le
confesó que había enviado un mail a una de las personas de los archivos. Georgia estaba
horrorizada y le dijo que, por lo que ella sabía, la gente que se anunciaba en Internet podían
ser auténticos psicópatas y que podía acabar muerta en cualquier callejón. Claire la vio tan
afectada, que le dijo de inmediato que no tenía intención de contactar con nadie más de
CómoLoReconoceré y que además no había dado sus datos personales; Georgia no tenía de
qué preocuparse.
«Es más fácil decirlo que hacerlo», pensó Georgia. Ya había sido bastante malo estar
preocupada por Claire cuando estaba tan triste por el accidente, pero preocuparse por que
fuera a elegir novios totalmente inadecuados era aún peor.
Su teléfono vibró, interrumpiendo su meditación; lo sacó del bolsillo de sus vaqueros. El
mensaje era de Steve Ó Sé. Desde que habían vuelto del campamento, había empezado a
trabajar en un centro de ocio, ayudando en recepción. Le encantaba el trabajo, le dijo; le
permitía estar fuera de su casa y lejos de sus padres. Steve no se llevaba bien con ellos.
Georgia no era capaz de imaginar cómo sería eso. Sabía que no le contaba a Claire cada
detalle de cómo se sentía o de cómo iba su vida, pero también sabía que, más allá de eso,
podía confiar en su madre, que ésta sólo quería lo mejor para ella. No comprendía cómo los
padres de Steve no se sentían de la misma manera respecto a su único hijo. Por lo que Steve