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CAPÍTULO 28
Cheiranthus (alhelí): flores normalmente amarillas, naranjas y
rojas en varas rectas. Plantar con firmeza.
UNA MULTITUD SE AREMOLINABA delante del Point y, al principio, Claire temió no
encontrar a Gary. De hecho, estaba preocupada porque no sabía si lo reconocería; después
de todo, recordaba mejor su voz que su cara. Pero entonces lo vio, de pie justo al lado de las
puertas, vestido con pantalones informales, una camisa de algodón y un jersey azul marino
sobre los hombros. «Se ha esforzado mucho para tener un aspecto informal», pensó Claire.
De repente se sintió mal por haber elegido los vaqueros y la camiseta, a pesar de que sabía
que le quedaban bien. Después de todo, tal vez debería haberse puesto el vestido de seda.
«Dios —pensó—, esto de arreglarse para salir es una verdadera pesadilla.»
Cuando la vio, Gary sonrió al reconocerla, después la besó suavemente en la mejilla y le
puso la mano en la espalda para conducirla entre la cola. Se sintió madura de una forma
agradable al estar a su lado; como nunca se había sentido con Bill. Cuando salía con su
marido, siempre habían sido iguales, amigos por supuesto, amantes sin duda, pero ninguno
dominaba sobre el otro. Sin embargo, Gary se hizo con el mando de la noche, la condujo a su
asiento, mimándola y asegurándose de que estuviera absolutamente a gusto. «Es agradable
que te cuiden —pensó Claire—, aunque no estoy segura de que pudiera llevarme bien con
alguien que fuera tan atento todo el tiempo. Aunque eso —se dijo a sí misma— es sólo porque
se trata de nuestra primera cita.» Supuso que si saliera habitualmente con Gary, lo más
probable era que acabara haciendo que ella fuera a la entrada a buscar los programas, o a
comprar las bebidas. Sonrió para sus adentros mientras tomaba nota para Georgia en su
cabeza. Pueden ser muy, muy agradables, pero tienes que preguntarte a ti misma, ¿durará?
¿Es real?
Gary charló con ella mientras esperaban que comenzara el espectáculo, le contó el
proyecto en el que estaba trabajando su empresa y los problemas que estaban teniendo para
contratar trabajadores y encontrar materiales. Claire escuchó atentamente, tenía la sensación
de que para él era importante que a ella le interesara su trabajo, sin embargo, se alegró
cuando la música comenzó. Su necesidad de saber cosas sobre las paredes prefabricadas y la
profundidad de los cimientos era limitada.
La producción fue magnífica. Claire lloró cuando al final Eliza volvía con el profesor Higgings,
a pesar de que sabía que en la obra de George Bernard Shaw, en la que estaba basada,
acababa de otra forma, probablemente mucho más realista, pensó con ironía mientras se
enjugaba las lágrimas con la mano. Gary le sonrió y le ofreció un pañuelo.
—Tengo yo —dijo ella rebuscando en el bolso.
—No importa —le dijo él—, sólo tengo un pañuelo de seda y nunca ha sido utilizado.
Se rieron. Claire se estaba divirtiendo. Salieron al exterior con el resto de la gente.
—Gracias —le dijo una vez que salieron al cálido aire nocturno—. Ha sido verdaderamente
estupendo.
—Oh, hay más cosas.