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cosas y esta noche hay una gran fiesta de bienvenida en el colegio.
—¿Qué tal va lo del irlandés? —preguntó Claire.
—Bueno, aún no hemos tenido clase ni nada, claro —contestó Georgia—, así que de
momento sólo tenemos que decir cosas como gracias y por favor. Al parecer no nos dejarán
tener el móvil encendido durante el día, para que no nos contaminemos con influencias
externas.
—Ah.
—Supuestamente no podemos llamar a casa y hablar as Bearla {8} . La Bean an Tís nos
controla. ¿Verdad que es una expresión increíble? La mujer de la casa.
Claire se rió.
—Tiene su encanto, sí.
—Pero te llamaré cuando pueda, y te enviaré un mensaje cada noche —prometió Georgia.
—No te metas en líos por llamarme —le pidió Claire—. Un mensaje será perfecto. Lo único
que necesito es saber que estás bien y que te diviertes.
—Creo que va a ser divertido —dijo Georgia—. Además también hay algunos chicos muy
guapos.
—¡Georgia Hudson! No te he mandado a la Gaeltacht para ligar.
—No es mi objetivo principal —aseguró su hija—, pero nunca se sabe, ¿no?
—Eso es cierto.
—Tengo que colgar —dijo Georgia—. ¿Qué estás haciendo?
—Ahora mismo estoy paseando a Phydough —contestó Claire—. Cuando he vuelto a casa
se me ha pasado, pero él ha venido por la tarde a arrancarme de mi escritorio.
—Pobre Phy.
Normalmente era responsabilidad de Georgia sacarlo a pasear por las tardes, cuando
llegaba del colegio.
—¿Me echa de menos?
—Estoy segura de que sí.
—Bueno, cuídate, mamá. No trabajes mucho y no te olvides de sacarlo.
—No lo haré —le prometió Claire.
—¡Y recuerda lo que te he dicho sobre las discotecas de mala muerte!
Claire se echó a reír.
—No te preocupes, lo recordaré.
—Hablamos pronto —dijo Georgia.
—Cuídate —dijo Claire, y volvió a guardar el teléfono en el bolsillo. Se puso nuevamente los
calcetines y las zapatillas y silbó a Phydough, que estaba persiguiendo a las gaviotas como un
loco, pero trotó hacia ella con la lengua fuera.
—Vamos —dijo—. Es hora de irse.
Le enganchó la correa al collar y se encaminó a casa. Su móvil volvió a sonar y Claire lo
sacó del pantalón.
—Hola —contestó sin mirar quién era en la pantalla.