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no quiero ser una madre pesada, pero a veces...
Las dos mujeres cruzaron una mirada de comprensión. Después, el tren salió de la estación
y ambas suspiraron aliviadas.
—Perfecto —dijo Leonie—. Sé que se supone que debería echarla de menos durante este
mes, y naturalmente lo haré, pero también es cierto que me da un margen para recuperar mi
vida.
Claire sonrió reservada.
—¿Y tú? —prosiguió Leonie—. ¿Tienes algún plan salvaje y maravilloso?
Claire negó con la cabeza.
—Estoy hasta arriba de trabajo —explicó—. Reconozco que este mes será una oportunidad
fantástica para acabarlo todo sin tener a Georgey interrumpiéndome a cada momento para
preguntarme dónde está el mando de la tele o qué he hecho con su iPod o qué puede hacer
porque está muerta de aburrimiento.
Leonie se echó a reír.
—Pero también es una oportunidad para que tú entres y salgas sin tener que preocuparte
por ella —añadió a continuación.
—Ah, sí, claro —dijo Claire sin tomárselo en serio—. Aunque tampoco es que necesite ir a
ningún sitio.
—Mira, si tienes algún problema o lo que sea...
—Es un detalle por tu parte, Leonie, pero estaré bien, de verdad.
Durante un instante, pareció que Leonie iba a seguir con el tema, pero al final asintió
brevemente con la cabeza y le preguntó a Claire sin más si quería que la dejara en casa.
Claire negó con la cabeza.
—No gracias, creo que daré una vuelta por el centro y haré algunas compras.
—Entonces, ¿quieres que te acerque a la calle O’Connell? —le ofreció Leonie.
—No, gracias —respondió Claire—, me apetece caminar.
—¿Segura?
—Absolutamente —dijo—. Absolutamente.