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Georgia de que ella creía que tenía que mostrarse fuerte por el bien de Claire. Si salía con<br />
otros hombres, pensó Claire, Georgia pensaría que había superado lo de Bill, y dejaría de<br />
sentir que tenía que cuidarla.<br />
Suspiró profundamente. Le daba la impresión de que, aunque hacía las cosas con la mejor<br />
intención, nunca salían como ella esperaba. ¡Y quién hubiera pensado que Gary,<br />
probablemente el hombre menos atractivo de la mesa, ya se había acostado con Amy! Claire<br />
se preguntó si Gary estaría intentándolo con todas las chicas que conoció aquella noche. Se<br />
rió. Cuando lo pensaba en abstracto le parecía divertido, aunque no tanto cuando ella formaba<br />
parte de la lista.<br />
El camino de vuelta a la estación se le hizo más largo que el de la ida. Por suerte, había un<br />
montón de gente caminando en la misma dirección, porque Claire se había dado cuenta de<br />
repente que esa zona de la ciudad estaba desierta cuando caía la noche. Claire avanzaba junto<br />
los muelles, observando el reflejo de las antiguas farolas en las aguas turbias del río Liffey.<br />
«Dios —pensó—, soy tan idiota. Y Eavan tiene razón. No puedo salir con hombres sólo<br />
porque quiero ver cómo es. O porque quiero parecer fuerte y resistente frente a mi hija. Ellos<br />
quieren más. Y aunque no todos quieran que nos acostemos como Gary, tampoco es justo que<br />
salga con ellos por motivos poco honestos.»<br />
Se mordió el labio. ¿Salir con Gary había sido salir con alguien por motivos poco honestos?<br />
¿Lo había hecho para averiguar cosas sobre los hombres por el bien de Georgia, como se<br />
había prometido a sí misma, o porque se había sentido halagada y secretamente complacida<br />
de que la hubiera invitado? ¡Aunque él ya había invitado a otra persona! Había invitado a Amy,<br />
y ella se había acostado con él, que era lo que Gary quería desde el principio.<br />
Tal vez se habría sentido de otra forma si Oliver la hubiera invitado a salir. No podía evitar<br />
querer conocer mejor a Oliver; era tremendamente guapo, aunque ella se hubiera asustado y<br />
hubiera cogido el autobús después de la cena. Claire tenía la impresión de que, en realidad, ya<br />
no tenía ningún control sobre cómo se sentía. Por un lado no soportaba la idea de que nadie<br />
ocupara el lugar de Bill en su vida, por el otro... por el otro, parecía que su cuerpo le estaba<br />
diciendo que no era ningún crimen desear querer a alguien más.<br />
Tal vez se trataba de una necesidad física que había estado dormida durante los últimos<br />
tres años. Quizá, sin que ella lo supiera, se estaba convirtiendo en una ninfómana.<br />
¿Su cuerpo o su mente? Ojalá supiera con certeza cuál de los dos tenía razón.<br />
—Contrólate —masculló para sí misma—. No eras una ninfómana con Bill. Tenías una vida<br />
sexual saludable. Satisfactoria. ¡Y no saltabas encima de él cada día! Ahora no tienes<br />
necesidad de hacerlo con extraños porque sí.<br />
En la parada del autobús no había nadie. Echó un vistazo a su reloj y se preguntó si habría<br />
perdido el último. Eran las once y media pasadas. No recordaba hasta qué hora circulaban.<br />
Miró a su alrededor, insegura. La idea de ir a pie a casa no le molestaba, pero estaba<br />
cansada.<br />
Pasó un taxi libre por su lado. Tragó saliva. ¿Sería capaz de hacerlo? ¿Podría coger un taxi<br />
sola? Si se sentía más despreocupada por la vida en general, si las cosas ya no le parecían<br />
tan terribles, seguramente podría coger un taxi. Pero el primer ataque de pánico había tenido<br />
lugar en un taxi. Todavía los tenía en los coches. ¿Qué haría si le volvía a pasar? A esa hora