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Con asintió.
—Es increíblemente exitosa.
—Sí —respondió Con.
—Debe de tener mucho dinero.
Con se encogió de hombros.
—No tengo ni idea. Supongo que sí, pero nunca hemos hablado mucho del tema. Lo que es
suyo es suyo y lo mío, mío.
—¿Te corresponde la mitad de los beneficios de la casa de Eileen?
—Era la casa familiar —contestó Con, seco—. Y no es asunto tuyo.
—Por supuesto que no —convino Alan.
Con lo miró especulativo.
—¿No estarás pensando en mudarte a vivir con ella? —preguntó agresivo.
Alan se echó a reír.
—¿Mudarme con ella?
—Con Eileen. Es una mujer muy sensible, ¿sabes? No quiero que juegues con sus
sentimientos.
—Creo que ella sabe cómo cuidar sus propios sentimientos —replicó Alan.
—No creerás que, porque ahora tenga algo de dinero de la casa, puedas enamorarla para
quitárselo delante de sus narices.
Alan volvió a reír.
—Te estás equivocando por completo —respondió—. No tengo intención de hacer una cosa
así. Pero me gusta Eileen. Es una buena persona, y también es atractiva.
—Atractiva... bueno...
—¿Acaso no lo crees así? —Alan miró hacia donde Eileen se había detenido para hablar
con otra mujer—Yo creo que es muy atractiva. Sobre todo hoy.
—Hoy tiene muy buen aspecto —convino Con, y observó a Eileen. Sin lugar a dudas el
nuevo peinado le quitaba años, pero todavía era una mujer maternal y gordita, con una falda de
flores y una camisa sencilla, aunque estuviera sonriendo más de lo que la había visto hacerlo
antes, y le brillaran los ojos a la luz del atardecer. Después miró hacia donde estaba Lacey,
charlando con Leonie O’Malley. Mientras la observaba, Lacey sacó el pie de uno de sus
zapatos de tacón y se frotó el tobillo.
—Ella también es muy atractiva —comentó Alan al seguir la mirada de Con—, de una forma
diferente.
—Creo que, después de todo, sí iré a por una bebida —dijo Con—. Discúlpame un minuto
—se fue hacia la barra y se detuvo a hablar con Eileen de camino hacia allí.
—¡No dijiste nada de que vendría! —exclamó Robyn—. ¡Ni siquiera me habías contado que
lo hubieses invitado!
—No estaba segura de que pudiera venir. —Los ojos de Georgia brillaban por la emoción.
—No me había dado cuenta de que te gustaba tanto.