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sí misma al pensar eso de repente), Alan Bellew era atractivo al estilo de antaño. Tenía una<br />

buena mata de pelo grisáceo en la que no había señales de calvicie, un rostro curtido pero<br />

amable, y llevaba trajes impecables y camisas con gemelos. Eileen no lo encontraba atractivo<br />

en el sentido sexual. (De hecho, tenía la sensación de que los hombres no le habían vuelto a<br />

parecer atractivos sexualmente después de Con. Estaba muy bien leer en las revistas que se<br />

podía estar interesada en el sexo hasta los sesenta, pero ella no había vuelto a estarlo desde<br />

que Claire nació.) No obstante, le gustaban los modales de Alan y su educación de caballero.<br />

Le agradaba que no presionara a los posibles compradores; se limitaba a dejarlos deambular y<br />

que captaran la sensación que les transmitía la casa. El otro agente era más agresivo, trataba<br />

de llamar la atención sobre el tamaño de las habitaciones («No encontrarán estas dimensiones<br />

en ninguna casa de nueva construcción»); las potenciales ampliaciones («Podrían convertirla en<br />

una vivienda verdaderamente magnífica»); o la disposición de plantas en el jardín («Un entorno<br />

al aire libre increíble»). Alan, como mucho, les decía que era una maravillosa casa con jardín, y<br />

los dejaba a su aire.<br />

Se encaminó hacia donde estaba ella mientras la pareja charlaba en el patio.<br />

—Ya han hecho una oferta —le dijo—. Con ésta, por el momento, ya tenemos cinco, Eileen.<br />

—¿Una oferta más alta que la última? —preguntó ella.<br />

—Dos mil más —le confirmó—. Hay mucho interés.<br />

—¿Me estás diciendo que debería seguir tu consejo y subastarla?<br />

Alan le sonrió.<br />

—Es tu decisión.<br />

Ella asintió.<br />

—Lo sé. No por qué odio tanto la idea de la subasta. Supongo que sólo me viene a la<br />

cabeza la imagen de esos postores sin escrúpulos. Ya sé que es estúpido, pero me gusta<br />

pensar que aquí vivirá gente agradable.<br />

—Todo el mundo que ve esta casa son buenas personas —le dijo con seriedad—. Todos<br />

valoran la propiedad y a todos les gustaría comprarla. Lo que sucede es que no pueden<br />

permitírselo.<br />

—Nunca lo hubiera pensado cuando nos mudamos —comentó Eileen con tristeza—. En<br />

aquella época era terriblemente vulgar. Todo el mundo tenía cuatro habitaciones y un jardín<br />

grande en la parte de atrás.<br />

—Los tiempos cambian —replicó Alan.<br />

—Eso es cierto. —Ella le sonrió—. Supongo que nunca había pensado que terminaría<br />

viviendo sola en un apartamento.<br />

—¿Estás preocupada por eso? —le preguntó él.<br />

—Dios, no —se rió Eileen—. Lo estoy deseando, Alan. He vivido toda mi vida con alguien<br />

que se limitaba a estorbar. Creo que ahora seré capaz de hacer mi vida. Para ser sincera,<br />

estoy impaciente.<br />

Claire también estaba en su jardín. La intensa lluvia había caído con fuerza sobre las flores,<br />

así que algunas tenían los tallos vencidos y los pétalos dañados. Caminó descalza sobre la<br />

hierba húmeda con las tijeras de podar en la mano. A pesar de que a Bill nunca le había

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