1365539256995

volvió a rehuir a Georgia. Después, uno de los otros chicos le dijo que estaba perdiendo el
tiempo con él; un chico como Jamesie O’Sullivan no iría con alguien que ni siquiera tenía todos
los dedos.
—¡Georgia! —Claire estaba horrorizada—. ¡Él no diría eso!
—Al parecer sí. —A Georgia le tembló la voz—. La cuestión, mamá, es que antes había
sido tan agradable. De verdad. Y seguramente entonces ya me había visto la mano. Así que
pensé... bueno, ya sé que no podía estar enamorada de él... es sólo que... si me he
equivocado tanto, ¿cómo demonios lo sabré en el futuro?
—Oh, Georgia, nadie lo sabe con certeza —le explicó Claire—. Y ese chaval necesita un
buen tortazo.
Georgia se echó a reír como una loca.
—Te lo digo en serio —insistió Claire—. Me cuesta creer que haya alguien capaz de ser tan
gilipollas.
—¡Mamá! —Georgia se rió más—. Nunca me dejas decir eso.
—Lo sé. No me gusta la expresión, pero en este caso... —Suavizó el tono de voz—. Tienes
que tener en cuenta que algunos chicos son idiotas.
—Lo sé —dijo Georgia—. Pero me gustaría saber cómo averiguar quién es idiota y quién
no. Pensé que tal vez había alguna forma y que tú la sabías.
—Ojalá tuviera alguna fórmula —suspiró Claire—. Debo de ser la peor madre del mundo
para estas cosas.
—No, no lo eres —dijo Georgia—. Supongo que papá y tú erais un ejemplo demasiado
bueno.
—¿Estás bien ahí? —preguntó Claire—. No estás tan triste como para querer volver a casa,
¿verdad?
—No. —Georgia levantó la voz—. Estaré bien. Creo que... bueno, con sinceridad, sólo ha
sido un poco de nostalgia. Supongo que estaba un poco triste porque, aunque al parecer me
odia, me besó, pero lo superaré.
—¡Te besó!
—Es lo que hace todo el mundo —dijo Georgia—. Y no fue un beso de verdad, sólo un beso
en los labios.
—Sólo tienes catorce años. No te imagino besando a nadie.
—Pues imagínatelo, mamá —contestó Georgia—. Hace un rato al parecer pensabas que
estaba haciendo cosas mucho peores. Además, hay muchas chicas de catorce años que se
acuestan con chicos.
—Pues espero que tú no —replicó Claire—. Por algo es ilegal. Además, bueno, no creo que
te gustase hacerlo ahora.
—¿Cuántos años tenías tú?
A Claire le costaba creer que estuviese teniendo esa conversación con Georgia a
trescientos kilómetros. Daba por sentado que eso pasaría alguna tarde, en casa, de forma
tranquila y reflexiva, y no hablando por el móvil. «Los tiempos han cambiado —pensó—. Han
cambiado de verdad.»
—No me precipité —dijo—. Y pienso que fue muy positivo. Hoy en día se le da demasiada