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CAPÍTULO 20<br />
Brachycome (margarita Swan River): margaritas de colores<br />
sobre un follaje lanceolado capaz de resistir las sequías.<br />
CLAIRE NO SE PODÍA CREER que el mes ya hubiese pasado y que hubiera llegado el<br />
momento de que Georgia volviera. Vivir sola no había sido tan horrible como se temía, aunque<br />
había días que la casa parecía antinaturalmente silenciosa y ella echaba de menos el continuo<br />
deambular de su hija por las habitaciones, dejando un rastro de objetos a su paso. La joven<br />
parecía totalmente incapaz de estar en un sitio sin dejarse algo: una bufanda, un libro,<br />
envoltorios de caramelos, su iPod. Una vez que Georgia había estado en una habitación, la<br />
cambiaba para siempre. Claire no acababa de acostumbrarse a la idea de recoger y que no<br />
hubiese servido para nada unos minutos más tarde.<br />
Pero lo más importante era que se las había arreglado sola. Ya fuera por haber sacado a<br />
Phydough a dar paseos más largos de lo habitual, sobre todo los días más soleados, o por el<br />
hecho de que su vida parecía haber sido más ajetreada y complicada, la cuestión era que el<br />
tiempo había pasado volando.<br />
Aun así, se moría de ganas de volver a ver a Georgia. Había echado de menos su risa y su<br />
conversación, y también saber que estaba allí. El último mes había sido como estar fuera de<br />
su propia vida. Ahora, en parte se alegraba mucho de volver a entrar.<br />
La mañana que tenía que llegar Georgia, Claire fue por toda la casa como una loca<br />
limpiando, ahuecando los cojines, quitando el polvo y limpiando el baño, a pesar de que sabía<br />
que Georgia no notaría si la casa estaba limpia o no. También fue a la clínica de Bill, le había<br />
quitado el polvo y barrido el suelo. Quería hablar con Georgia de la clínica.<br />
Leonie O’Malley se había ofrecido a llevar a Claire a la estación una vez más y ella había<br />
aceptado, aunque cada vez que pensaba en subirse al 4x4 sentía que se le aceleraba el<br />
corazón y le temblaban las piernas. Sabía que antes o después tendría que buscar ayuda para<br />
su fobia a los coches. Había sobrevivido los últimos años sin tener uno, pero su reacción hacia<br />
los coches estaba interfiriendo en su vida. Oliver Ramsey no la había llamado desde que huyó<br />
de él, después de la Cena a Oscuras (no esperaba que lo hiciera). Sabía que debía de haberle<br />
parecido muy brusca, y no lo culpaba por no ponerse en contacto con ella. No obstante, de<br />
cara al futuro, aunque no tuviera intención de tener coche propio, tenía que ser capaz de<br />
subirse en uno sin volverse loca de miedo. Así pues, aceptó la oferta de Leonie aunque no<br />
tenía ningunas ganas de hacer el viaje a la estación.<br />
Faltaba media hora para que llegara la madre de Robyn. Claire miró por la ventana de la<br />
cocina a Nate Taylor y se mordió el labio. No le preocupaba dejarle solo, pensó. Después de<br />
todo, ella sabía dónde trabajaba, pero Bill siempre había sido muy maniático con lo de dejar a<br />
gente sin supervisión en casa. Ponía a todo el mundo en una posición difícil, le explicó Bill una<br />
vez. Si se echaba algo en falta, era natural que el dedo acusador recayera en quien fuera que<br />
hubiese estado solo en la casa. Aunque era improbable que nada fuera a desaparecer, y si<br />
había desaparecido era porque Georgia o Claire lo habían perdido, la verdadera preocupación<br />
de Bill era por los medicamentos y el equipo médico que guardaba en la clínica.<br />
Ahora las cosas habían cambiado, pensó Claire mientras miraba a Nate cavar los parterres