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inválidos.
Nate se echó a reír y ella le guiñó un ojo.
—Yo te llevaré. —Las palabras salieron de la boca de Claire antes de que ésta pudiera
detenerlas.
Nate y Georgia la miraron fijamente.
—Yo te llevaré —repitió más segura esa vez—. Si tienes un seguro que lo cubra todo, claro.
Tengo carné de conducir. Puedo hacerlo.
—Vine en coche, no en la furgoneta —dijo Nate.
—Lo sé —contestó Claire.
—Mamá, ¿estás segura? —Georgia parecía nerviosa.
—¿Quieres venir con nosotros también? —preguntó Claire—. Así me puedes vigilar.
—Vale.
Claire se echó a reír. Entonces fue Georgia la que la miró atónita.
No era capaz de recordar la última vez que había visto a Claire reír de aquella manera. Una
risa libre y natural. Una risa que le recordaba a otra Claire de otra época.
—Pero primero vamos a desayunar —dijo su madre—, después llevaré a Nate a casa.
Después de los bollos y el café, con Nate en el asiento del pasajero y Georgia detrás, eso
fue exactamente lo que Claire hizo.
FIN