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hubiera podido tenerla? Felicity se inventó que era un marido agresivo y un mal padre, aunque
todo el mundo sabía que no era cierto. Al final, Nate no pudo soportarlo más y volvió a casa.
Sigue en contacto con Hoshi, aunque cuando era más pequeña no podía hablar con él. Pero
las cosas han cambiado en los últimos años y ahora sí tienen contacto. Sin embargo,
últimamente ha pasado una mala época, porque Hoshi también quiere ser jardinera. Tiene un
proyecto para construir jardines en el interior de las ciudades para niños con pocos recursos y,
como te puedes imaginar, Felicity opina que eso es un verdadero desperdicio de su talento...
Al parecer tiene un cociente intelectual altísimo y Felicity quiere que Hoshi estudie derecho.
Llama a Nate en mitad de la noche para convencerle de que «hable con ella», algo que, natural
mente, él no hace. Espera llegar a un acuerdo para que Hoshi se pueda tomar un año libre
para hacer lo que quiera antes de tomar una decisión final. Así que tal vez todo se resuelva.
—Suena terrible.
—Bueno, estresante, supongo —convino Sarah—. Porque él quiere lo mejor para Hoshi,
aunque le preocupa un poco que ella quiera hacer jardinería sólo para molestar a Felicity.
Además, resulta muy duro por lo lejos que lo tiene. ¡Pobre Nate! Es demasiado intenso para su
propio bien, aunque en el fondo sea fácil de manejar. Se quedó destrozado después del
divorcio.
—Supongo que todo el mundo se queda destrozado cuando las cosas salen mal —dijo
Claire.
—Así que vino a mí. —Sarah dirigió la mirada al jardín, donde Nate y Mike charlaban
animadamente.
Claire no dijo nada.
—Y me casé con él. Como dije que haría.
Nate y Mike se estaban riendo. Mike pasó el brazo por el hombro de Nate y los dos
caminaron hasta una de las neveras y cogieron un par de latas de cerveza. Claire observó
cómo Nate abría la suya y se la llevaba a la boca, echando la cabeza hacia atrás. Aquella
noche tenía aún mejor aspecto que habitualmente, con su camisa vaquera azul y unos
pantalones color arena. Parecía relajado e informal. ¿Y por qué no habría de estarlo?, se
preguntó a sí misma. Había tenido una relación complicada, pero había acabado recuperando
su amor de la infancia.
—Claro que aquello fue un gran error.
Las palabras de Sarah tardaron un rato en penetrar en la mente de Claire. Cuando ésta se
dio cuenta de lo que acababa de decir la otra mujer, se volvió hacia ella y frunció el cejo.
—¿Un error?
—¡Venga! —Sarah sonó impaciente—. Él era mi héroe. Nunca tienes que casarte con tus
héroes. Hay que mantener el sueño, es lo que yo digo.
—Entonces... ¿las cosas no os van bien? —Claire no sabía por qué, pero sentía un
espasmo de terror en la boca del estómago.
—Nunca nos fueron bien —reconoció Sarah con resignación—. Es raro, ¿sabes? Antes de
casarnos, Nate y yo nos acostábamos y no había ningún problema, pero en cuanto tuvimos los
anillos en los dedos... bueno, fue como estar durmiendo con mi propio hermano. No sé por qué
sucedió, pero fue así. Y a él también le pasó. Fue horrible.
—Pero... pero os lleváis bien. —Claire estaba sorprendida por la intimidad de las
confidencias de Sarah.