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gustaba.
—Y me gusta, pero no estoy segura de cuánto le gusto a él.
—Le gustas —le aseguró Georgia sin dudarlo—. Es evidente que le gustas, mamá. Y él es
agradable. —Se mordió el labio—. A mí me cae bien. Es... es como fuerte y silencioso.
La risa de Claire era un poco forzada.
—Ya sé que es agradable —dijo—, pero cariño, en realidad yo no quiero salir con nadie,
por muy agradable que sea. Ya fue suficiente tener a tu padre. Estoy bien así. Sin duda saldré
un poco más, pero no en este plan.
—¿Qué ha pasado? —volvió a preguntar Georgia.
Entonces Claire, mientras a Georgia los ojos se le abrían como platos, le explicó que había
resbalado en el suelo pulido y que había mojado el cuadro Jardín jamaicano con vino tinto.
—Uau —exclamó su hija cuando Claire hubo terminado—. Ya entiendo por qué os fuisteis.
—Se rió—. Una cita muy cara, si tienes que pagar el cuadro.
—Supongo que tendré que pagar algo —dijo Claire—. Sólo espero que no sea demasiado.
—Bah, si pueden restaurar los cuadros de los grandes maestros estoy segura de que
pueden quitar unas cuantas manchas de vino —comentó Georgia despreocupada—. No te
obsesiones con eso.
—Me alegro de que estés tan tranquila.
—Estoy tranquila por el cuadro —aclaró Georgia—, no porque tu cita haya sido un
desastre. '
—Como te he dicho, no soy de citas —insistió Claire—. No me interesa, Georgey, ésa es la
verdad.
—¿Ni siquiera Nate?
—Ni siquiera Nate.
—Oh, bueno —suspiró Georgia—. Aunque haya sido un fracaso, por lo menos lo has hecho.
¡Y también con los otros! Y... estás diferente. Haces más cosas, como la barbacoa. Así que si
has sido capaz de eso, tal vez pudiéramos organizar una fiesta de Navidad o algo así este
año...
—¿Para que puedas invitar a chicos a dormir?
—¡Mamá! —Georgia hizo una mueca y se echó a reír—. Por lo menos yo no me caí de
bruces delante de él.
—Tal vez soy yo la que debería pedirte consejos a ti —dijo Claire con resignación—. Porque
estaba intentando hacerlo por ti, pero la verdad es que tú lo dominas más que yo.
—En realidad no lo creo. —De repente Georgia se repantigó en el sofá y abrazó a Claire—.
Pero tengo un poco más de experiencia. Porque voy a un colegio mixto, porque he ido al
campamento y porque Robs y las chicas comparten toda la información.
Claire miró los ojos brillantes y la cara sincera de su adorable hija de catorce años. «Tengo
tanta suerte con ella —pensó—. Pero está creciendo mucho más de prisa de lo que yo lo hice.
Y no necesita mis consejos. Por lo menos no sobre chicos. Puede que necesite mi apoyo
cuando finalmente Steve y ella rompan, como sin duda harán. Pero es fuerte. Y eso me
alegra.» Sonrió a Georgia y le devolvió el abrazo.
—He ido escribiendo algunas cosas —le explicó a su hija—. Todas las que he aprendido y