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cara de Ollie había despertado emociones contradictorias en su interior. No se trataba de la<br />
posibilidad de que pudiera gustarle, o de que verdaderamente le gustara, sino de volver a tocar<br />
a alguien de ese modo... De repente tuvo un escalofrío a pesar de la calidez de la sala.<br />
La conversación general de la mesa se había dividido en otras más pequeñas. A su<br />
izquierda, oía a Gary y Stella charlando. Ollie parecía estar hablando con Tanya. Claire se<br />
sintió muy sola en la oscuridad, pero entonces notó la mano de Ollie en su pierna. Estuvo a<br />
punto de soltar un chillido, pero no quería armar un escándalo. Contuvo la respiración. Ollie<br />
apartó la mano. Ella volvió a exhalar. Entonces, él susurró:<br />
—Perdona, estaba buscando tu brazo. —Ella comenzó a temblar de risa.<br />
—Es la verdad —insistió él, nervioso—. No quiero que pienses que soy un pervertido.<br />
Charló de nuevo con Ollie durante un rato, y después su atención se desplazó a Gary, que<br />
se había colado en la conversación. Trabajaba en la industria de la construcción, y había<br />
participado en el diseño de algunos de los centros comerciales más conocidos de la ciudad,<br />
pero lo que era más importante, había pasado el año anterior en Kosovo, colaborando en la<br />
reconstrucción de la ciudad. De hecho, Gary era una persona mucho más interesante que<br />
Ollie. Tal vez era un poco de mala suerte que ella supiera cómo era Ollie, por lo que éste le<br />
sacaba ventaja en términos de deseo. Se reprendió a sí misma por pensar de aquella manera.<br />
A los postres, Claire tenía la sensación de que los conocía de toda la vida. Deliberadamente<br />
había evitado preguntarle a Ollie por su trabajo, porque sabía que no hubiera sido capaz de<br />
mantener la farsa de no saber quién era. Se le aceleraba el pulso al pensar que encenderían<br />
las luces en cualquier momento. A pesar de que durante toda la cena había deseado ver a la<br />
gente con la que estaba hablando, de repente tuvo la sensación de que la oscuridad era su<br />
amiga. A oscuras, ella era Claire, la glamurosa cazatalentos. Con luz, era Claire Hudson, la<br />
madre de Georgia, por encima del límite de edad, que una vez había estado casada con Bill.<br />
Cuando las lámparas iluminaron la sala, todo el mundo parpadeó. Claire miró con<br />
asombrada envidia a Tanya, que era prácticamente una doble de Jennifer López; con<br />
admiración a Amy, que no era gordita para nada, sino que tenía el cuerpo de Kate Moss y una<br />
cara de portada de Vogue; y con satisfacción a Stella, que casaba exactamente con la imagen<br />
mental que ella se había hecho. Gary tenía un poco de sobrepeso, pero no era feo; Richard<br />
era delgado, tenía una sonrisa alegre y el pelo muy corto; Cormac era un guapo vikingo; y<br />
Ollie... Ollie era Oliver Ramsey, como ella pensaba.<br />
Él se quedó mirándola completamente alucinado.<br />
—No sabía que eras una cazatalentos —le dijo acusadoramente—. Me dijiste que<br />
trabajabas en casa.<br />
—¿Os conocéis? —preguntó Tanya, con sus enormes ojos marrones muy abiertos—. No<br />
me puedo creer que os conocierais.<br />
—¿Es que hay alguna razón por la que una cazatalentos no pueda trabajar en casa? —<br />
preguntó Claire, que no quería reconocer delante de todo el mundo que había mentido sobre<br />
su trabajo—. Además, Oliver, pensaba que eras tú.<br />
—¡Habías adivinado que era yo! ¿Cómo?<br />
Claire se puso roja. No quería decir que su voz tan sexy era lo que lo había delatado.<br />
—¡Venga, Claire! ¿Cómo sabías que era yo?<br />
«Oh, qué demonios», pensó.<br />
—He reconocido tu voz.