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—Tengo algunos sándwiches listos —le comentó—. Eres bienvenido si te apetece uno.
Nate se levantó de debajo del árbol, se puso la camiseta y anduvo lentamente hacia ella.
—Gracias —dijo—. Me estaba entrando un poco de apetito, pero hoy no me he traído nada.
Claire sacó la bandeja de sándwiches de la nevera y la depositó en la mesa del patio.
—Georgia se vuelve loca cuando prepara comida —comentó—. Siempre hace demasiada.
Creo que son sobre todo de ensalada.
—Estupendo. —Nate cogió uno del montón y le dio un mordisco mientras Claire volvía a la
cocina a por más zumo.
—Oh, mierda.
Ella oyó sus palabras al abrir la nevera.
—Mier-da. ¡Claire! —llamó.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —corrió al exterior.
Nate estaba sentado a la mesa, con la mano en la garganta. Tenía la cara roja.
—¿Te has atragantado? —preguntó.
Negó con la cabeza.
—Entonces, ¿qué?
—Frutos secos —jadeó—. Tiene que ser eso. Soy... alérgico.
—Oh, no. —Claire lo miró aterrorizada—. Mantequilla de cacahuete. Debe de haberles
puesto mantequilla de cacahuete. A ella le encanta.
—Llama a... alguien —le pidió temblando—. Me provoca... una reacción... muy fuerte. —
Nate resollaba con cada respiración.
—Espera —dijo ella—. Espera.
Volvió a la cocina y cogió el botiquín de primeros auxilios. Sacó un objeto cilíndrico que
desenvolvió rápidamente quitándole la tapa de protección mientras salía. La cara de Nate
estaba aún más congestionada. Cuando él vio lo que tenía en la mano se desabrochó los
pantalones y se los bajó. Claire sujetó el EpiPen contra su muslo y lo apretó con fuerza. El
auto-inyector hizo clic. Claire observaba a Nate detenidamente.
—Voy a llamar a una ambulancia —explicó—, masajéate la zona, ¿vale?
Mientras llamaba al servicio de emergencias no le quitaba la vista de encima, aliviada al ver
que su respiración parecía menos agitada que antes.
—No me puedo creer que tuvieras eso —resolló—. He... tenido... mucha suerte.
—Llegarán en seguida —dijo ella mirando el reloj—. No hables.
Él asintió débilmente con la cabeza. Claire continuó vigilándolo.
—¿Te sientes mejor? —le preguntó un par de minutos después.
Nate sonrió fugazmente.
—Creo que sí. Normalmente soy... tan cuidadoso. No creí... —exhaló lentamente; aunque
su respiración todavía era dificultosa, Claire pensó que estaba comenzando a mejorar.
—Lo siento —dijo después de otro par de minutos; su respiración había mejorado
indudablemente y su cara estaba recuperando el color normal—. Esto es ridículo. No me hace
falta una ambulancia. Estaré bien.
—Probablemente —respondió Claire enérgicamente—, pero te tienen que monitorizar por si