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—Caminar contigo sobre hierba amarilla.
—Me sorprende que apruebes el césped amarillo —le dijo ella—. Evidentemente es césped
que no está lo bastante regado.
Él se echó a reír y la abrazó. Ella se quedó boquiabierta.
—Sabes que quiero salir contigo, ¿verdad? —preguntó él.
Ella negó con la cabeza.
—¡Tenías que saberlo!
—¿Por qué? —inquirió.
—Creía que era muy evidente —contestó él.
Claire volvió a negar con la cabeza.
—Sé que lo has pasado realmente mal con lo del accidente de tu marido —dijo Nate con
suavidad.
Ella se volvió a tensar.
—No quiero hablar sobre eso.
Él no dijo nada más. Siguieron bailando.
—Ven conmigo —susurró él la letra de la canción.
—Sin duda no lo haré.
—Entonces sal conmigo —dijo él.
—Oh, Nate. No sé.
—¿Por qué no?
—Yo... simplemente no sé.
—¿Es por lo de los dos divorcios? —Se rió un poco al decirlo—. Soy consciente de que me
hace parecer poco de fiar.
—No sabía lo de los dos divorcios —le aclaró ella—. Yo creía que todavía estabas casado
con Sarah.
—Ah. —Él intentó sostenerle la mirada—. Supongo que nunca me había dado cuenta de que
podías pensar... Ahora lo veo, claro. Pero... —sonrió—, eso hace que puedas salir conmigo,
¿no?
—¿Por qué querrías salir conmigo? —preguntó ella.
—Me gustas —contestó él. La música volvió a cambiar—. Estar cerca de ti —concluyó.
—Deja de hablarme con títulos de canciones.
—¡Qué poco romántica eres!
—Sí —dijo seca—. No soy romántica. Dejas de serlo cuando tu marido es decapitado.
—Oh, Dios. —La miró horrorizado.
—Murió en un accidente. Al principio me dijeron que se había roto el cuello. —Tragó saliva
con dificultad—. Eso ya era bastante horrible, pero estaban protegiendo mis sentimientos.
Creyeron que no podría afrontarlo.
—Lo siento tanto... —dijo él.
—Georgia no lo sabe —prosiguió ella rápidamente—. No puedo... no se lo diré.
—Claire... —La abrazó acercándola a él.