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el siglo sovietico

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fue, precisamente, lo que Sholojov dio a la prensa, sin tener que mentir

siquiera.

LA VIDA EN LA CÚPULA (LOS AÑOS CUARENTA)

Otra de las imágenes que Stalin gustaba de proyectar, la del campesino

ahorrativo (joziain), era, en cierto modo, un rasgo real de su carácter. No

toleraba debilidades personales como la bebida, las relaciones

extramatrimoniales o el comportamiento lujurioso, ni siquiera en sus

colaboradores más cercanos. Se aseguraba de estar al tanto en todo momento

de dichos comportamientos y ordenó que espiaran a los miembros del

Politburó para poder conocer dichos actos y explotar esas debilidades en caso

de ser necesario.

Las memorias de Aleksei Kosigin nos permiten conocer un tanto las

maquinaciones de Stalin en los años cuarenta. Una estrella en progresión al

final de la segunda guerra mundial, Kosigin contaba en su haber durante la

contienda con logros como la evacuación de una planta industrial de los

territorios que estaban a punto de caer en manos de los nazis y la organización

de las provisiones en la sitiada Leningrado. Kosigin no era un personaje

popular a ojos de muchos miembros de la jerarquía, envidiosos como estaban

de su rápido ascenso, pero también era una persona temida, porque Stalin lo

había puesto bajo su paraguas y le había asignado la delicada misión de

preparar una lista con los privilegios de que debían disfrutar los miembros del

Politburó. Como explicó más tarde Kosigin a su yerno Gvishiani, Stalin le

dijo en una reunión del Politburó que disponía de una lista detallada de todo

lo que las familias de Molotov, Mikoyan, Kaganovich y algunas más gastaban

en ellos, en sus guardaespaldas y en su servicio, y estaba hecho una furia: «Es

sencillamente repugnante». En aquella época, aunque los miembros del

Politburó ganaban un salario comparativamente modesto, tenían acceso

ilimitado a bienes de consumo, de ahí la reacción airada de Stalin cuando

pidió a Kosigin que pusiera la casa en orden. Evidentemente, nadie se atrevió

a culpar a Stalin, y algunos, como Mikoyan, comprendieron que era una

manera de mantenerlos alerta, si bien tal vez también fuera un pretexto para

deshacerse de algunos cuando lo considerara necesario.

De hecho, Stalin se pasaba el día tramando. Kosigin también contó a

Gvishiani que una de las acusaciones que pesaban sobre Voznesenski,

responsable del Gosplan y viceprimer ministro hasta que fue purgado en

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