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el siglo sovietico

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El argumento de Kuznetsov era el siguiente: en la medida que la actividad

del país dependía de la calidad del aparato del Partido, los «tribunales del

honor» tenían un papel decisivo. El aparato daba cobijo a un número de

trabajadores que habían mostrado desviaciones antipatrióticas, antisociales y

antiestatales. A partir de ahora, en cuanto se descubrieran estas conductas, se

resolverían de manera interna, con la mayor discreción posible. La razón que

dio pie a todo esto fue la creencia extendida de que, en cuanto alguien

ingresaba como miembro en el aparato, ya no era necesario estar alerta ni

mejorar políticamente. Pero muchos funcionarios parecían pasar por alto que

su trabajo en el aparato central, el sanctasanctórum (la expresión aparece en el

informe), no era un trabajo rutinario, sino una obligación del Partido.

También había comportamientos disolutos entre algunas de las principales

figuras, como apuntó Kuznetsov, algo totalmente inadmisible en las filas del

Partido, y menos aún en el aparato del Comité Central. Las faltas más

frecuentes que se citan son la ebriedad, el libertinaje y la negligencia en el

manejo de documentos confidenciales. Estas negligencias eran de lo más

peligroso, porque el Comité Central recibía informes sobre todos los aspectos

de las actividades del país, incluida la defensa y la política exterior. Por este

motivo, toda tarea dentro del aparato, cualquiera que fuera el cargo que se

desempeñara, debía ser confidencial. La mejor arma del Partido contra sus

enemigos era estar alerta; tenía que convertirse en un principio inviolable de

la vida nacional.

Había en esta política un trasfondo inquietante y evidente. Durante la

reunión, se dijo de manera oficial que la nueva línea se inspiraba en los

métodos de las grandes purgas. De hecho, se citaban algunos episodios de

éstas a modo de recordatorio, como las cartas «confidenciales» dirigidas a

miembros del Partido que habían marcado el inicio de las purgas: la carta del

18 de enero de 1935 a propósito de las acciones contra los «asesinos de

Kirov», la carta del 13 de mayo de 1935 sobre los carnets de miembro del

Partido, la circular del 29 de julio de 1936 sobre el «bloque terrorista»

trotskista-zinovievista y la circular del 29 de junio de 1941 a los agentes del

Partido y del Estado que se encontraban en las proximidades del frente. Todas

estas misivas precedieron o llegaron después de episodios de terror contra la

población en general y contra los cuadros en particular. La invocación

deliberada a aquella época servía de aviso a la intelligentsia potencialmente

desleal, aunque también se citaba el discurso de Stalin sobre la necesidad de

no bajar la guardia durante las alucinantes sesiones del Comité Central de

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