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el siglo sovietico

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y de demografía, y tuvieron un impacto considerable en los índices de

natalidad y de reproducción de la población.

Otro factor fue el marcado aumento en el número de mujeres que

trabajaban en tareas de producción (19 millones en 1950 y unos 40 millones

en 1968). La proporción de mujeres que trabajaban en el terreno de la

producción en la Federación Rusa se duplicó, pero el índice de natalidad entre

las mujeres trabajadoras (con independencia de su categoría) era entre un 30 y

un 40 por 100 inferior al de las mujeres que trabajaban en casa o que

cultivaban la parcela familiar. La razón principal era la mayor dificultad que

encontraban las mujeres trabajadoras para dejar a sus hijos a cargo de alguien.

Muchas no tenían parientes que pudieran ayudarlas, y no podían permitirse

contratar a una niñera, y en muchas ciudades no había plazas en las guarderías

o en los jardines de infancia. Pero tampoco podemos olvidar un tercer factor:

muchas mujeres, varios millones, desempeñaban trabajos muy exigentes y

manuales: minería, construcción de máquinas, metalurgia… Kasimovski

reconocía que había llegado el momento de revisar la lista de trabajos aptos

para las mujeres para que pudieran trabajar y ocuparse de sus hijos. A todo

esto se añadía otro factor: el control de la natalidad (el número de abortos

superaba al de nacimientos).

En el primer trimestre de 1968, el Instituto de Investigación del Gosplan

de la Federación Rusa, el Ministerio de Sanidad, el Ministerio de Finanzas y

la Oficina Central de Estadística estudiaron los motivos del descenso de la

tasa de natalidad en trece grandes ciudades y en diez regiones rurales en

Bashkiria, Krasnodarskii krai, Kaliniskaia y Pskov. Las respuestas de las

1.600 mujeres a las que se preguntó por las causas que las habían llevado a

abortar confirmaron los resultados de un estudio anterior realizado a 26.000

mujeres: el 22 por 100 afirmaron que no querían tener un hijo porque carecían

de una vivienda adecuada, y la situación no haría sino empeorar con la

llegada del pequeño; el 18 por 100 adujeron la dificultad para encontrar una

guardería; el 14 por 100 creían que sus ingresos eran insuficientes y que se

reducirían con la criatura. Estas tres respuestas representaban la mitad de las

razones expuestas.

Aunque había aumentado la construcción de viviendas, la situación no era

aún óptima en muchas ciudades. También había crecido la oferta de plazas en

las guarderías y los jardines de infancia, pero sólo servían para satisfacer la

mitad de la demanda. Asimismo, a pesar del aumento del salario mínimo en

60 o 70 rublos mensuales, los ingresos de los hogares seguían siendo

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